Uso de cascos en motociclistas: una lucha sin perspectivas de éxito.
El tránsito en Resistencia sigue siendo un sistema que no es gobernado por nadie y que queda sujeto al libre albedrío de cada actor de ese universo. Conductores y peatones son, en última instancia, quienes deciden si acatarán o no las normas que figuran en los papeles, pero no en la realidad de la ciudad. Y, en esa anarquía, se impone la postura de quienes optan no por lo más correcto, sino por lo más cómodo.
Un claro ejemplo es el uso de cascos protectores por parte de quienes circulan en motos. Eso nunca fue un hábito instalado en Resistencia. Por el contrario, quienes los llevan puestos son la excepción en las calles de la capital provincial.

Y las periódicas «campañas» dirigidas a imponer la utilización de esos resguardos fueron apenas actos simbólicos, de fugaz duración, que no tuvieron ningún efecto. Ni siquiera la norma de «sin casco no hay combustible» tuvo eco. Simplemente porque el Estado provincial y municipal dictan normas de tránsito sin ocuparse de que sean cumplidas.
La consecuencia es conocida los accidentes, que se dan de a decenas cada día y tienen un altísimo nivel de lesionados graves que saturan los servicios de la red sanitaria, ya de por sí colapsados por otras circunstancias.