«Aumentos: el impacto en los sectores más vulnerables»

Los sectores de menores recursos gastan una proporción más significativa de sus ingresos en energía y, en muchos casos, el precio por unidad de energía resulta superior. De hecho, el gas en garrafa (GLP) es más caro que el gas de red.

Un informe de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam) señala que 96,5% de la población usa gas natural o gas natural licuado de petróleo (GLP) para cocinar, y hay cerca de 1.200.000 personas que dependen de la leña o el carbón.

EL COSTO DE COCINAR

El estudio de la Unsam, realizado por Paola Lorenzo y Salvador Gil, señala que los combustibles más caros son los que usan los sectores de menores recursos. Por caso, el costo de cocción anual con kerosene era 300 % más caro que hacer las mismas cocciones (calculadas a un consumo energético equivalente a 3,2 kWh/día) y 47 % más caro que la misma demanda de cocción satisfecha con GLP. Esto es, el costo de cocción con el uso de kerosene o garrafa es, por lejos, el más caro y el costo de cocinar con gas de red el más barato, con los costos de cocinar con electricidad o leña en el medio de la escala.

MAYOR EFICIENCIA PARA AHORRAR

Los autores sugieren ante esta difícil coyuntura que «si se combinan tecnologías simples y económicas, como el uso de ollas con estrías, la utilización de la tapa durante la cocción y el uso de ollas brujas (de hierro), las mejoras en la eficiencia de cocción que se pueden lograr pueden ser del orden de 70 % a 90 %, que cuando se cocina con gas o leña», explican.

«No menos importante de destacar es el hecho de que tanto las ollas brujas como las ranuradas son equipos de muy bajo costo. A su vez, estas ollas pueden combinarse muy bien con las cocinas solares, adecuadas para regiones áridas o semiáridas como la Puna o la región andina. También, la olla bruja posibilita que los usuarios de cocinas solares puedan usarlas para preparar sus comidas al mediodía y tenerlas calientes a la noche», agregan.