Crisis en la industria maderera: opera al 50% y clama por medidas urgentes

Buenos Aires, 24 de abril de 2025 – La industria foresto-industrial argentina atraviesa una tormenta perfecta. Con una caída de hasta el 40% en la producción, plantas operando a menos del 50% de su capacidad y cierres definitivos en el horizonte, el sector enfrenta su peor crisis en años. La Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), junto a industriales del mueble y la madera, lanzó un grito de auxilio al Gobierno nacional, exigiendo medidas inmediatas para evitar un colapso que amenaza a 45.000 empleos y miles de pymes en economías regionales.

Un sector contra las cuerdas

La parálisis de la construcción, la caída del consumo interno y un tipo de cambio poco competitivo han golpeado duro. Fernando Couto, director ejecutivo de FAIMA, no oculta su preocupación: “La obra pública, que era el motor de la demanda de madera, está completamente parada. Las exportaciones son inviables por los costos, y el consumo se derrumbó”. Según datos de FAIMA, el sector de la madera acumuló una caída del 13,7% en 2024, mientras que el subsector de muebles y colchones, pese a un repunte del 52,9% interanual en diciembre, cerró el año con una baja del 17,8%.

César Federici, presidente del Instituto del Mueble Argentino (IMA), pone el foco en los aserraderos: “Los primeros eslabones de la cadena, que dependían de las exportaciones, están al límite. Muchas empresas operan al 50% o menos, suspendiendo turnos o dando vacaciones forzadas”. La falta de rentabilidad obliga a vender por debajo del punto de equilibrio, una estrategia insostenible que ya llevó a cierres en provincias como Misiones, Corrientes y Santa Fe.

Voces desde el interior

Ricardo García, de APICOFOM, describe un panorama desolador: “El mercado interno, que representaba el 90% de la demanda, se desplomó. Vendemos a pérdida para mantener las puertas abiertas, pero no hay margen”. En regiones como el NEA, los costos logísticos agravan la situación: transportar madera desde Misiones a un puerto puede costar hasta un 30% más que en países con salida directa al mar. “Necesitamos un tipo de cambio competitivo, no podemos seguir con un dólar que no refleja la inflación”, reclama García.

En Chaco, Santiago del Estero y Entre Ríos, la caída de la construcción frenó la demanda de tableros, pisos y aberturas, afectando a comunidades enteras. “Cada planta que cierra es un pueblo que pierde su sustento”, advierte Couto, destacando que el 80% de las 3.500 empresas del sector son pymes con menos de 50 empleados, vitales para las economías locales.

Reclamos al Gobierno: un pedido de supervivencia

FAIMA presentó un plan de emergencia con cuatro ejes clave:

  • Reactivar la obra pública con insumos nacionales para dinamizar la demanda.
  • Facilitar financiamiento accesible para capital de trabajo.
  • Establecer un tipo de cambio competitivo que impulse exportaciones.
  • Promover el consumo interno de madera industrializada.

“Sin políticas activas, perderemos capacidades que tardamos décadas en construir”, insiste Federici. La ausencia de diálogo con el Gobierno agrava la frustración. La Mesa Foresto-Industrial, un espacio público-privado clave en el pasado, permanece inactiva. “Enviamos propuestas, pero no hay respuestas”, lamenta Federici.

Amenaza de importaciones y pérdida de competitividad

La apertura comercial desregulada es otra espada de Damocles. “Una avalancha de importaciones sin control puede ser el golpe final”, advierte García, recordando que productos extranjeros, más baratos por subsidios o menor regulación, ya compiten en el mercado local. Couto agrega: “Exportar es casi imposible. Los costos logísticos, la presión tributaria y las tarifas portuarias nos sacan del juego”.

El impacto social y económico

La crisis no solo afecta a las empresas. En provincias como Misiones, donde la foresto-industria genera 60.000 empleos directos y sostiene actividades como transporte y logística, el parate amenaza el tejido social. “Las pymes familiares son el corazón de nuestras comunidades. Si cierran, el daño es irreparable”, dice García. El sector, que aporta más de USD 2.600 millones en exportaciones potenciales, pide ser prioridad en un país que apuesta por litio y energía, pero descuida sus industrias regionales.

¿Qué dicen las redes?

En X, el descontento es evidente. “La industria maderera está en coma y el Gobierno mira para otro lado. ¡Necesitamos acción ya!”, posteó @MaderaViva_AR. Desde Misiones, @EcoMisiones alertó: “Cierres de aserraderos en el NEA son una tragedia para nuestras comunidades”. Otros, como @PymeLucha, piden soluciones: “¿Dónde está el plan para salvar a las pymes madereras? #SOSIndustria”.

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