Alerta Sanitaria y Económica: 550.000 Huevos Ilegales Ingresan Diariamente a Argentina, Amenazando al Sector Avícola y la Salud Pública

BUENOS AIRES. Un fantasma silencioso pero letal recorre las fronteras argentinas, impactando de lleno en la economía y la salud de los ciudadanos. La Cámara Argentina de Productores Avícolas (CAPIA) ha lanzado una contundente alerta: 550.000 huevos ingresan diariamente al territorio nacional en condiciones de contrabando , eludiendo impuestos, controles bromatológicos y costos laborales. Esta masiva entrada ilegal se está convirtiendo a Corrientes, Salta, Formosa y Misiones en los principales puntos de comercialización de esta mercadería de dudosa procedencia.
Según CAPIA, el flujo de huevo de contrabando proviene mayoritariamente de Brasil, Bolivia y Paraguay , y ha experimentado un «aumento sostenido» en los últimos dos meses. La preocupación de la entidad no se limita al plano económico, que ya es devastadora para los productores locales –especialmente los pequeños y medianos que operan con márgenes ajustados–, sino que se extiende a la esfera crítica sanitaria y social .
Un Mercado Distorsionado y una Competencia Desleal
El presidente de CAPIA, Javier Prida, no dudó en señalar que, si bien el Ministerio de Seguridad realiza operativos, los recursos actuales «no son» suficientes y el sistema se encuentra «desbordado». Por ello, el sector reclama un redoblamiento de esfuerzos y la apertura de una mesa de diálogo entre actores políticos y empresariales para abordar el problema de manera coordinada.
Uno de los elementos que permitió a CAPIA detectar la magnitud del contrabando fue el tipo de envase utilizado, lo que implica una «vulneración directa de las fronteras». Desde la entidad, la denuncia es categórica: existe una «perforación manifiesta» en los límites del país, ante la cual las autoridades fronterizas estarían adoptando una «postura pasiva», en un preocupante «miran para otro lado». La circulación de decenas de camiones con cargamentos no habilitados ha desatado la indignación en el sector formal, que cumple con normativas estrictas para mantener su actividad.
El impacto en el mercado interno es directo y brutal. Mientras que un maple de huevos producido en el país tiene un valor promedio de $8.000 en algunas regiones, el huevo contrabandeado se comercializa a $5.000 o incluso menos . Esta diferencia de precios, que anula cualquier posibilidad de competencia leal, se debe a que la mercadería extranjera elude impuestos, controles bromatológicos y costos laborales, generando una ventaja desleal que afecta sobre todo a los productores de menor escala.
El fenómeno se agrava en un momento de dificultades para el sector avícola argentino, ya afectado por el aumento de costos operativos, la caída del consumo y la apreciación del tipo de cambio oficial. La pérdida de competitividad se ve amplificada cuando el mercado se inunda con productos que no están sujetos a las mismas regulaciones que los nacionales.
El Riesgo Sanitario: Una Bomba de Tiempo Silenciosa
Más allá de las consecuencias económicas, la preocupación más grave radica en los riesgos sanitarios . CAPIA advierte que los huevos ingresados por contrabando «no tienen el estatus sanitario que se exige para la comercialización formal en Argentina». Esta falta de garantías impide que puedan atravesar la frontera por vías legales, lo que explica su ingreso irregular, sin certificaciones, sin trazabilidad y, lo más alarmante, sin control de enfermedades.
En este punto, la entidad remarcó que el SENASA –el organismo responsable de la sanidad agroalimentaria– no cuenta con poder de policía para fiscalizar los puntos de venta, limitando su competencia al tránsito y los controles en frontera. Por esta razón, el llamado es urgente a los servicios de bromatología provinciales y municipales , quienes son los que «deberían actuar para evitar que esos productos lleguen al consumidor final».
La situación es una bomba de tiempo sanitario que exige una acción coordinada y contundente por parte de todas las autoridades. De lo contrario, la mesa de los argentinos podría convertirse en un riesgo, mientras el sector avícola formal, pilar de la producción nacional, lucha por sobrevivir ante la embestida del mercado ilegal.