Carta Abierta: Un Llamado para un Monumento en Córdoba

Por

Prof. Dr. Raúl Montenegro, Biólogo
 
Premio Nobel Alternativo recibido en Suecia (Right Livelihood Award)
Premio Por un Futuro No Nuclear recibido en Salzburgo, Austria
Premio Global 500 de Naciones Unidas recibido en Bruselas, Bélgica.
Premio a la Investigación Científica otorgado por la Facultad de Farmacia y Bioquímica
 de la Universidad de Buenos Aires.
Profesor de Postgrado en la Universidad Nacional de Córdoba,
en la Universidad Nacional del Comahue y en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
 
Cualquiera sea la decisión municipal y provincial que rodee al quebracho blanco de 283 años de Villa Allende, sus responsables son los mismos que quisieron derrumbarlo y no pudieron.
 
Son los mismos que tras su torpeza creyeron que trasplantándolo calmarían la protesta popular.
 
Son los mismos que para preparar el trasplante le mutilaron sus ramas y sus raíces laterales, ignorando que los quebrachos blancos tienen raíces profundas, y que sin esas raíces en buen funcionamiento se acortaba su vida.
 
Son los mismos que hablan de biodiversidad sin entender lo que es. Siempre sostuvieron que el árbol era un obstáculo para el proyecto de ampliación de la avenida Padre Luchesse, construida sin estudio de impacto ambiental y sin audiencia pública previas. Para ellos el árbol era solamente el árbol, una vida sin otras formas de vida asociadas. Trágica ignorancia, o si lo conocían, perversa simplificación. Un árbol es el árbol y la biodiversidad compleja que vive en su sistema radicular, ramas y hojas, visible e invisible al ojo humano. Desde virus y viroides a bacterias, hongos, insectos y otras plantas verdes. Ni siquiera repararon en algo elemental: que el árbol es el árbol, y su pequeño ecosistemas periférico, irracionalmente ignorado y alterado.
 
Sí, nunca asumieron la complejidad viviente asociada al árbol. ¿Sabían que en un metro cuadrado de suelo y hasta los 30 centímetros de profundidad pueden vivir unos 1.500 millones de protozoarios (microorganismos), 120 millones de nematodos (gusanos), 440.000 colémbolos (insectos), 400.000 ácaros, 3.000 ciempiés y milpiés, 500 hormigas, y muchas poblaciones de otros organismos? La respuesta es deplorable: no lo evaluaron. Para ellos el árbol molestaba. Era lo único que en su miopía gubernamental y corporativa podían ver.
 
Son los mismos que sin tener la más mínima noción de biología, ignoraron que los quebrachos blancos son perennifolios, y que sus hojas hacen fotosíntesis todo el año. Y que por esta causa -a diferencia de los árboles caducifolios, que pierden sus hojas en invierno- los quebrachos blancos almacenan pocas reservas en sus raíces, tronco, ramas y follaje. Al desconocer esto, mutilarlo, y decidir su trasplante, lo condenaron a una muerte prematura.
 
Son los mismos a quienes les importa muy poco lo que le pase a un árbol nativo trasplantado, pues lo único que les interesa es que la ruta siga recta. No quieren, además, que la resistencia popular a obras públicas inconsultas y mal planificadas se contagie a otras comunidades afectadas. Le tienen miedo a la protesta social, y aunque no lo confiesen públicamente, le tienen miedo a decisiones equivocadas que tomaron sobre el quebracho blanco. Decenas de vehículos policiales, y hasta la presencia de la División Canes, atestiguan ese temor.
 
En el colmo de la torpeza provincial y municipal intentaron ocultar que 8 reconocidas empresas de grúas rechazaron hacerse cargo del traslado. Con total impunidad y falta de respeto por la vida siguieron improvisando su traslado, sin importarles quién o cómo lo haga.   
 
Tanto el gobernador como Caminos de las Sierras SA utilizan la tragedia del quebracho para ocultar además otro escándalo que ya está empezando a crecer. Como resultado de negociaciones vinculadas a la deuda previsional de la nación con la provincia (el Decreto Nacional 969/2024 y la silenciada ley provincial 11012), la nueva víctima es la Reserva Natural de La Defensa-La Calera. Sin importarles que esté protegida por la ley federal de Parques Nacionales, y que nada puede hacerse allí sin estudios de impacto ambiental y audiencias públicas, pretenden ensanchar y asfaltar el camino de tierra de la Ochoa, la E-64. En un marco de clara ilegalidad y abuso autoritario, pretenden asfaltar la memoria de los desaparecidos por la dictadura militar, y abrir la reserva no solamente a la destrucción de la biodiversidad, sino también a los negocios inmobiliarios de corporaciones muy cercanas al poder. No les importa en lo más mínimo que la reserva sea el último bastión de biodiversidad que aún queda cerca de la ciudad de Córdoba, ni su importancia para la buena salud de la cuenca del río Suquía.
 
Son los mismos que, sin decirlo, saben que la arbitrariedad de varias obras viales impulsadas por el gobernador Martín Llaryora lo hacen al amparo de la ley provincial 10.830. Una ley hecha para desarticular normativa previa más sensata y sustentable. Una ley hecha para bendecir decisiones unilaterales, inconsultas y autoritarias. Una ley fabricada y aprobada por la Legislatura Provincial para que las decisiones imperiales del gobierno de turno se hagan sin estudio de impacto ambiental, y sin audiencia pública. Son los mismos que saben sin decirlo que esa ley 10.830 es inconstitucional. Saben también que esa ley está siendo analizada por el Tribunal Superior de Justicia de la provincia de Córdoba, lugar al que llegó el planteo de inconstitucionalidad formulado por organizaciones colegas, y donde se encuentra también el “Amicus curiae” presentado desde FUNAM.   
 
Son los mismos que no saben leer a la sociedad. Son los mismos que, siendo apenas empleados de todos nosotros, temporales además, en lugar de armonizar ambiente y obras públicas prefieren que las empresas constructoras sigan ganando licitaciones.
 
Son los mismos que en lugar de ver al quebracho blanco como un icono natural y cultural lo vieron, desde su óptica pequeña y miserable, como un obstáculo.
 
“Esos mismos” a los cuales nos referimos tienen nombre y apellido.
 
Son:
 
El gobernador Martín Llaryora, que en la Conferencia Internacional sobre Cambio Climático realizada en Córdoba habló hipócritamente contra la deforestación, siendo su gestión, y la del anterior gobernador Juan Schiaretti, las que mayor desmontes e incendios acumularon. Demasiado gasto público para lograr cobertura de prensa nacional, y un irrelevante aporte a la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático Global que se desarrollará en Belém, Brasil (COP 30). ¿Qué puede aportar internacionalmente a la COP 30 un gobierno provincial cuyas obras se hacen sin evaluación de impacto ambiental y sin audiencias públicas, y que destruyen ambientes nativos de extrema fragilidad?    
 
La Ministra de Ambiente y Economía Circular, Victoria Flores, que sigue convalidando la deplorable ley provincial 10.830. La misma que pinta de verde una provincia teñida de desmontes, de cuencas hídricas mal manejadas y de basura tóxica procedente de todo el país. La misma que no hizo nada para evitar la muerte prematura del quebracho blanco.

El intendente de Villa Allende, Pablo Cornet, quien no parece haber entendido que todo funcionario gobierna no solo en defensa de la ciudadanía, sino también del ambiente que necesita esa ciudadanía, y en defensa -también- de los derechos de las futuras generaciones.  
 
El secretario de Gobierno, Seguridad y Control Integral de la Municipalidad de Villa Allende, Felipe Crespo, máximo exponente de la improvisación que sufrió y debe sufrir el quebracho blanco. El mismo funcionario que en lugar de respetar un ícono natural y cultural ha apañado todo tipo de atropellos contra un árbol que sobrevivió durante 283 años los inviernos más rigurosos, los veranos excesivamente calientes, las sequías, las lluvias torrenciales, los incendios, y hasta las hachas que nunca lo tocaron.  
 
El presidente de Caminos de las Sierras SA, Julio Bañuelos, una empresa propiedad del gobierno provincial, que adquirió el 100% de las acciones, previamente en manos de inversores privados. Por lo cual lo que le pasa al quebracho blanco no es solamente resultado de una mala praxis corporativa, sino también responsabilidad del gobierno de Córdoba.
 
El presidente de la empresa vial Federico e Hijos SA, Pablo Federico, ejecutora de la obra. Esta empresa acompañó en parte, sin tener los conocimientos y experiencia necesarias, lo que representa un árbol nativo de 283 años de edad, la biodiversidad asociada, y su simbolismo.
 
El Ministro de Infraestructura y Servicios Públicos, Fabián López, que prefirió mantener un silencio cómplice.
 
Porque no entendieron, ni al parecer tampoco entenderán, que no se trata “solamente de un árbol”. El  quebracho blanco de Villa Allende es el símbolo sobreviviente de los ambientes nativos de alta biodiversidad que sucumbieron ante las topadoras y el fuego. Representa a ese bosque nativo del cual apenas sobrevive -por sucesivas torpezas gubernamentales y avidez corporativa- menos del 3% de su superficie original.
 
Porque no cumplieron lo dispuesto en el Acuerdo de Escazú -acuerdo vigente que se encuentra por encima de las leyes del país- ni la ley nacional de ambiente 25.675, que implantaron el Principio de Precaución. El Principio de Precaución implica que, habiendo alternativas viables y que reduzcan el impacto ambiental negativo, corresponde adoptar esas alternativas -conservar el quebracho blanco en su lugar- y cambiar una traza que haga coexistir obra vial y naturaleza.
 
Porque no les importó el solidario esfuerzo del Acampe y de los Vecinos Autoconvocados por el Quebracho. Mientras los funcionarios decidían “cómo sacarse el árbol de encima” en confortables oficinas calefaccionadas con el dinero del público, ciudadanas y ciudadanos comprometidos pasaban noches de frío y oscuridad en defensa del árbol. Pocas veces fue tan palpable la distancia existente entre pequeños burócratas que pasarán a la historia por acortar la vida de un quebracho blanco, y el heroísmo anónimo de acampantes que dieron todo de sí mismos en defensa de la vida.
 
Sería injusto solo mencionar a estos funcionarios y altos cargos corporativos sin dejar un párrafo para las dos vocales de la justicia que rechazaron un amparo ambiental sin informarse con suficiente cautela y meticulosidad acerca del árbol, de su biodiversidad local, del ecosistema local, y de su simbolismo.    
 
Está claro que a los funcionarios públicos y altos cargos corporativos no les importó que el quebracho blanco, y la lucha vecinal, fueran apoyadas públicamente por 
 
El Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel
El cantautor León Gieco
El folklorista Peteco Carabajal
El entrañable actor José Luis Serrano que personifica a Doña Jovita
El vocalista de Divididos, Ricardo Mollo
La escritora Teresa Andruetto
El exentrenador de Diego Maradona, Lionel Messi y de la Selección Nacional de Fútbol
La cantante y compositora argentina Mary Murúa
El cantante Juan Iñaki
La periodista Soledad Barruti
El cantante Rally Barrionuevo
(la lista sigue)
 
Porque no les importó que el quebracho blanco y la lucha vecinal tuvieran el apoyo público de instituciones argentinas y de otros países. Desde FUNAM y la Fundación Mil Aves, hasta el Campus Córdoba de los Premiados con el Nobel Alternativo (Right Livelihood College), una red de campus con bases en la Universidad de Lund en Suecia, en la Universidad de Bonn en Alemania, en la Universidad de Zurich en Suiza, en la Universidad de Port Harcourt en Nigeria; en la Universidad de California Santa Cruz en Estados Unidos, en la Universidad Austral de Chile, en el Instituto Tata de Ciencias Sociales de Mumbai en India, en la Universidad de Chulalongkorn de Bangkok en Tailandia, y en la Universidad Nacional de Córdoba. Un apoyo que sigue creciendo al nacionalizarse e internacionalizarse el conflicto.
 
Porque no asumieron que si lo que buscaban era silencio mediático, el trasplante del árbol y una ruta empecinadamente recta, lo que sucederá es todo lo contrario. Pasarán a la historia por su torpeza. Y en lugar de silencio tendrán ruido social y memoria activa.
 
Definitivamente, no entendieron lo que es un símbolo.
 
Pero la sociedad no solo recuerda nombres de funcionarios gubernamentales y corporaciones asociados a buenas y malas obras, y a líderes que dieron todo a favor del ambiente y la comunidad.  
 
La sociedad también construye monumentos para reforzar la memoria, y que las futuras generaciones conozcan a quienes defendieron sus derechos y un ambiente mejor, y a quienes, como en este caso, aceleraron la muerte de un quebracho blanco de 283 años atentando, impunemente, contra la vida.
 
Por eso lanzamos este proyecto de memoria actual, y de memoria activa entre generaciones. Urge construir un monumento. Habrá que buscar un lugar para instalarlo donde no lo alcancen las mismas topadoras que acortaron la vida del quebracho blanco.
 
Necesitamos un monumento formal, con todo lo que tiene un monumento cívico, de buen tamaño, y materiales que resistan al tiempo y las mutilaciones anónimas. La comunidad podrá donar rocas, arena, cemento y cal, y llaves y objetos de bronce para que fundidos permitan hacer placas.
 
Necesitamos un monumento en pirámide truncada, que en uno de sus lados, en la parte más alta, recuerde a quienes defendieron al quebracho blanco y la vida, y del lado opuesto, listados en su parte más baja, el nombre y cargo que ocupaban quienes a sabiendas acortaron la vida del quebracho blanco de Villa Allende. De este modo, sobre la roca del monumento, irán los bronces de la humanidad sensible en un lado, y en la cara opuesta, el anti bronce de quienes no entendieron que un árbol no es solamente un árbol.
 
Para mayor información contactar a:

Prof. Dr. Raúl Montenegro, Biólogo

Teléfono celular y WhatsApp: +54 9 351 5 125637
Teléfono fijo: 03543 422236
Email: biologomontenegro@gmail.com