«Presidencia de la Plaza: Entre la crisis y la esperanza, el intendente Bernachea desafía la adversidad.

En el corazón del Chaco, donde la tierra quema y el viento arrastra historias de lucha, Diego Bernachea, intendente de Presidencia de la Plaza, alza la voz no para quejarse, sino para mostrar cómo se resiste cuando el suelo tiembla. «Con lo poco que ingresa, hacemos maravillas», declaró en los estudios de CIUDAD TV, con la firmeza de quien sabe que cada peso cuenta y cada decisión puede ser la diferencia entre el colapso y la esperanza.
El escenario es desolador: la coparticipación se derrumba, los comercios ahogan sus sueños en estanterías vacías, y las familias eligen entre comer o pagar un impuesto. Pero en medio del temporal, Bernachea y su equipo tejen redes con lo que tienen: ahorros de años de superávit, voluntades que no claudican, y la convicción de que un municipio no es solo un gobierno, sino un abrazo colectivo. «Somos la primera puerta que la gente golpea», recuerda, y en esa frase late el pulso de una comunidad que no se rinde.
¿Cómo se sobrevive cuando el Estado se achica y las necesidades crecen? El intendente lo confiesa sin rodeos: hubo recortes, ajustes dolorosos, obras que quedaron en espera. Pero también hubo salarios pagados a tiempo, escuelas atendidas con lo justo, y una reserva estratégica que hoy es el salvavidas de miles. «Invertimos para sostener el poder adquisitivo y generar rendimiento», explica, mientras afuera, el departamento —ganadero, forestal, industrial— siente el latigazo de una demanda que se esfuma y una sequía que no perdona.
Y en este contexto, la política no es un juego de sillones, sino una trinchera. Bernachea mira hacia el 26 de octubre, cuando las urnas hablarán por un norte olvidado. «La gente quiere decir basta», advierte, con la certeza de que el voto será un grito contra la indiferencia. Este sábado, en el Congreso Provincial del Partido Justicialista, se tejerán los últimos acuerdos, pero la verdadera batalla ya está en las calles: en cada vecino que elige creer, en cada comercio que resiste, en cada niño que aún sonríe en una escuela reparada con esfuerzo.
Presidencia de la Plaza no es solo un nombre en el mapa. Es un símbolo de que, incluso cuando el viento sopla en contra, hay quienes eligen navegar con las velas rotas. Bernachea lo sabe: «Las maravillas no son magia, son sudor». Y en tiempos de crisis, eso es lo único que nunca falta.