A 40 años de la sentencia del Juicio a las Juntas: un legado de justicia, memoria y democracia que sigue vigente

Buenos Aires, 9 de diciembre de 2025 — Hace exactamente cuatro décadas, Argentina escribía una de las páginas más trascendentales de su historia reciente: la sentencia del Juicio a las Juntas, un fallo que no solo condenó a los máximos responsables de la última dictadura militar (1976-1983), sino que sentó las bases de la justicia transicional en el mundo y redefinió el concepto de democracia para siempre.

Un tribunal civil, un juicio histórico El 9 de diciembre de 1985, la Cámara Federal Criminal y Correccional, integrada por los jueces León Arslanian, Ricardo Gil Lavedra, Jorge Torlasco, Andrés D’Alessio, Guillermo Ledesma y Jorge Valerga Aráoz, emitió un veredicto sin precedentes: Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera fueron condenados a reclusión perpetua, mientras que Roberto Viola, Armando Lambruschini y Orlando Agosti recibieron penas menores. El tribunal no solo juzgó a los jerarcas militares, sino que ordenó investigar a todos los responsables operativos del terrorismo de Estado, probando que la justicia podía —y debía— llegar a cada rincón del aparato represivodiariocronica.com.ar+3.

Un legado que trascendió fronteras A diferencia de los Juicios de Núremberg, donde las potencias vencedoras impusieron justicia, el Juicio a las Juntas fue obra exclusiva de jueces argentinos, en el marco de una democracia recién recuperada. Fue un acto de pedagogía colectiva: más de 800 testigos declararon durante ocho meses, exponiendo ante el mundo las atrocidades cometidas en centros clandestinos de detención. La sentencia, transmitida por cadena nacional, se convirtió en un símbolo de que la verdad y la memoria son pilares insustituibles de la democraciadiariocronica.com.ar+2.

El impacto de la CONADEP y la lucha por la memoria El informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), presentado en 1984, fue fundamental para el juicio. Documentó cerca de 9.000 casos de violaciones a los derechos humanos y sentó las bases para que la sociedad comprendiera la magnitud del horror. Sin embargo, el camino no fue fácil: las leyes de Punto Final y Obediencia Debida (1986-1987) frenaron temporalmente los juicios, hasta que en 2005 la Corte Suprema las declaró inconstitucionales, reabriendo la puerta a la justicianoticiasargentinas.com+1.

De la impunidad a la justicia: un proceso en marcha Desde entonces, decenas de represores han sido juzgados y condenados, en un proceso que sigue vigente. Argentina se convirtió en el único país de América Latina en mantener una política de Estado de memoria, verdad y justicia, sin amnistías permanentes. Este legado, construido con la persistencia de víctimas, familiares, organismos de derechos humanos y jueces, sigue siendo un faro en la lucha contra el negacionismo y la impunidadchacodiapordia.com+1.

¿Por qué sigue siendo relevante hoy?

  • Democracia y Estado de derecho: El juicio demostró que una sociedad puede juzgar a sus victimarios sin caer en la venganza, usando las herramientas del derecho.
  • Memoria colectiva: La transmisión del juicio por televisión y la difusión de los testimonios desmantelaron intentos de negacionismo, educando a generaciones sobre los horrores de la dictadura.
  • Inspiración global: El modelo argentino influyó en procesos similares en otros países, probando que la justicia transicional es posible incluso en contextos de extrema polarizacióninfobae.com+1.

Un mensaje para el presente A 40 años, el Juicio a las Juntas sigue siendo un recordatorio de que la democracia no se agota en el voto, sino en la capacidad de un pueblo para exigir justicia y construir memoria. Como dijo el juez Gil Lavedra: “La memoria histórica se construye con la verdad, no con leyes. Y esa verdad, sacralizada por la sentencia, sigue guiando a la Argentina”noticiasargentinas.com.

¿Qué reflexión te genera este aniversario? ¿Crees que la justicia lograda hasta hoy es suficiente, o quedan deudas pendientes con la memoria y la verdad? La conversación sigue abierta, porque la lucha por los derechos humanos nunca termina.