A la espera de la licitación, las rutas 11 y 16 se deterioran sin prisa pero sin pausa.

Los tramos chaqueños de las dos vías nacionales muestran serias falencias. Algunos baches son trampas mortales.
La siniestralidad vial se convirtió en los últimos años en un tema que, llamativamente, no suele ubicarse en el centro de la agenda gubernamental. Ejemplos para sostener esta afirmación abundan, pero en el estado de las rutas nacionales y el retiro del gobierno nacional de sus responsabilidades como garante de la transitabilidad se puede encontrar uno de los más grotescos.
El anuncio de las últimas horas del inicio de un nuevo proceso licitatorio no deja de ser un dato, al menos en principio, alentador, pero en el esquema diseñado por la Nación, los tramos chaqueños de las rutas 11 y 16 quedaron en el pelotón del fondo.
Mientras tanto, el deterioro de esas vías, esenciales para el transporte y el turismo en la región, se produce sin pausa y circular en cualquier tipo de vehículo se vuelve una misión casi imposible.
En una recorrida realizada ayer, se pudo comprobar el estado deplorable de la cinta asfáltica, fundamentalmente en la autovía de la ruta 17 que circunda la capital provincial. Los baches se presentan unos detrás de otro, con formas y tamaños diversos, pero igualmente peligrosos. En las banquinas, el escenario es peor: pastizales y defectos hacen muy riesgosa una eventual maniobra para detenerse en esos sectores.

La mínima intervención de la concesionaria actual, aún propiedad del Estado, se nota en la quema de los pastos a la vera de la calzada y en el parterre, y en relleno con que cuentan unos pocos pozos.
La situación es similar en la ruta 11, antes del acceso sudeste de la capital provincial, donde la demarcación es inexistente, los baches se multiplican y la señalización no abunda.