Aunque no goza de la misma popularidad que otros cítricos, el pomelo está repleto de beneficios para la salud.

Ayuda en la absorción del hierro por parte de nuestro organismo, contribuye al control del peso y es saludable para las articulaciones.

El pomelo es uno de los cítricos más disponibles en nuestra región, aunque su consumo está muy por debajo de otros indudablemente más populares, como la naranja, la mandarina o incluso el limón. Son todos parte de un grupo de alimentos es sumamente apreciado por su alto contenido en vitamina C, un nutriente que participa en muchas funciones del cuerpo como, por ejemplo, la absorción del hierro, la protección del sistema inmunitario, la conservación de los vasos sanguíneos y el tejido conectivo o el desarrollo de las neuronas, entre otras. Una serie de propiedades que el pomelo, como cítrico que es, también posee.

Entre sus ventajas, el pomelo cuenta con un elevadísimo contenido de agua (90 %) y un bajo aporte de calorías. Un aliado de nuestra salud.

Sin embargo, estos no son los únicos beneficios por los cuales esta fruta voluminosa debería ser incluida en nuestra dieta. Una de sus ventajas es que apenas tiene unas 40 calorías, y además es rica en minerales como el potasio y el magnesio, incluye ácido fólico en su composición, además de carotenoides antioxidantes y vitaminas B2, B1 y A. También supera al resto de la familia en la proporción de agua que la conforma: un 90%.

LOS BENEFICIOS

Los flavonoides son otro de los nutrientes que encontramos en el pomelo. Suelen tener un efecto positivo sobre uno de los órganos más importantes del cuerpo humano: el corazón. ¿Esto que significa? Que el consumo de pomelo puede mejorar la circulación y potenciar el músculo cardiaco, favoreciendo así el funcionamiento del mismo. Además, influye directamente sobre otras afecciones relacionadas con este músculo como, por ejemplo, el colesterol y los triglicéridos, regulando sus niveles y fortaleciendo así el sistema circulatorio.

Por otro lado, su bajo contenido de calorías y su gran cantidad de agua pueden ser grandes aliados en la pérdida o el mantenimiento de un peso saludable. Es cierto que sus funciones no van a resultar milagrosas, pero sí pueden actuar como un complemento adicional a una alimentación equilibrada y una rutina de ejercicio diaria. Estos efectos han sido demostrados por múltiples estudios, que verificaron una reducción significativa de los niveles de glucosa y una mayor pérdida de peso respecto a personas que estaban en condiciones similares pero no consumían esta fruta.

Otra buena del pomelo es que tiene importantes cantidades de betacarotenos, de propiedades antioxidantes. Estos no solo retrasan el envejecimiento y previenen el estrés oxidativo, también protegen nuestra vista de las enfermedades que pueden perjudicarla como, por ejemplo, aquellas relacionadas con la edad: las cataratas y la degeneración macular.

ARTICULACIONES Y ESTREÑIMIENTO

El ácido salicílico es otro de los elementos contenidos en el pomelo. Se destaca su trabajo en la descomposición del calcio inorgánico que se acumula en las articulaciones y los cartílagos, causa principal de la artritis, una enfermedad que genera síntomas tan incómodos como el dolor y la rigidez de las articulaciones, la hinchazón, el enrojecimiento y la disminución de la amplitud de movimiento. Así, el consumo de pomelo puede reducir su presencia en el organismo, manteniendo a raya esa afección. Además, el ácido salicílico actúa como antiinflamatorio, exfoliante de las células de la piel y regulador de la oleosidad, es decir, la grasa de la piel.

El pomelo también puede prevenir el estreñimiento gracias a su aporte de fibra y agua. Este remedio natural, que suele consumirse a modo de jugo, también promueve esa regularidad tan necesaria en el sistema digestivo, mejorando como consecuencia la digestión y la absorción de nutrientes y provocando un efecto saciante que nos puede ayudar a evitar el inconveniente hábito de «picar algo» entre horas, un desarreglo de nuestra rutina alimentaria.

Por su parte, la fibra cumple con sus funciones habituales dentro del organismo, como aumentar el volumen de las heces y facilitar su expulsión, reducir los niveles de colesterol circulante, aumentar el número de bacterias beneficiosas o evitar la diverticulosis, una enfermedad que se caracteriza por la presencia de divertículos en el aparato digestivo.

En algunos pocos casos conviene restringirlo o incluso evitarlo

El pomelo es una fruta muy saludable, pero también hay que tener en cuenta algunas precauciones al consumirlo.

El pomelo puede disminuir la presión arterial, algo bueno para los hipertensos pero nocivo para personas hipotensas.

Por ejemplo, su interacción con ciertos medicamentos, ya que puede alterar la metabolización de algunos fármacos, como los bloqueadores de los canales del calcio, las estatinas y ciertos psicotrópicos. Por eso, en estos casos conviene consultar al médico.

Esta fruta además tiene un alto contenido de ácido cítrico, que puede irritar el esófago y el estómago, causando acidez, ardor y reflujo. Si usted sufre esta condición, evite consumir pomelo o su jugo, especialmente en ayunas o antes de acostarse.

El pomelo también puede bajar la presión arterial, lo que puede ser beneficioso para las personas hipertensas, pero perjudicial para las que tienen la presión normal o baja. Y como con cualquier otro alimento, es conveniente evitar los excesos.