Cleptomanía: El Misterioso Trastorno Psicológico Estigmatizado y Poco Estudiado

MADRID, España. El caso mediático de la actriz Winona Ryder a principios de los 2000, acusada de robo en grandes almacenes, puso sobre la mesa un tema del que poco se hablaba: la cleptomanía . Aunque ella nunca confirmó el trastorno, su situación visibilizó una compleja condición psicológica que ha sido históricamente estigmatizada y muy poco investigada por la comunidad científica.

Médicos y psicólogos describen la cleptomanía como un impulso irrefrenable de robar . No se trata de un acto motivado por el enriquecimiento o el disfrute de lo sustraído; De hecho, a menudo los objetos sustraídos carecen de valor o interés para quien los toma. Lo que estos actos impulsan es una intensa búsqueda de placer, satisfacción o alivio al cometerlos , seguida casi inmediatamente por sentimientos de culpa, vergüenza y un profundo malestar emocional .

Lucero Munguía, psicóloga e investigadora del grupo de Psiconeurobiología de los trastornos de la conducta del Idibell de Barcelona, ​​explica que se trata de un comportamiento egodistónico , es decir, una conducta que va en contra de los valores y principios de la propia persona. «Antes del robo, la persona siente una tensión emocional muy fuerte y se siente con la obligación de realizar el acto para poder calmar y aliviar esa tensión», detalla Munguía. Sin embargo, esto crea una espiral: «al momento, le alivia y se genera una calma, pero posteriormente tiene muchos sentimientos de culpa y vergüenza. Genera mucho malestar porque se vive esa conducta como algo muy negativo, en contra de sus valores personales y sociales».

La investigadora lideró un estudio reciente, publicado en la revista Scientific Reports , que busca caracterizar con mayor precisión este trastorno, cuyo diagnóstico es complejo y su abordaje terapéutico, limitado.

Un Trastorno del Control de Impulsos, Infradiagnosticado y Más Frecuente en Mujeres

Actualmente, la cleptomanía se clasifica dentro de los trastornos por control de impulsos , categoría que también incluye la piromanía (impulso de prender fuego) o la tricotilomanía (impulso de arrancarse el pelo). La investigadora Munguía subraya que es «una dificultad para controlar una acción que, aunque sepamos que genera unas consecuencias negativas, no podemos resistir el impulso».

La prevalencia de la cleptomanía oscila entre el 0,3% y el 2,6% de la población , aunque se hipotetiza que está infradiagnosticada debido al peso del estigma, la culpa y la vergüenza que generan estos comportamientos. Curiosamente, es más frecuente en mujeres , representando tres de cada cuatro diagnósticos.

Las causas de la cleptomanía son múltiples. A nivel neurobiológico, Luis Gutiérrez, miembro del comité ejecutivo de la Sociedad Española de Psiquiatría, apunta a un posible déficit del neurotransmisor serotonina , que suele estar involucrado en el control de la impulsividad. «La cleptomanía es multifactorial. Hay una parte biológica, donde influirán marcadores genéticos o ese déficit serotoninérgico, pero también hay una parte psicológica, pues suelen ser personas que tienden a la impulsividad», explica Gutiérrez, lo que justifica el uso de fármacos serotoninérgicos y antiepilépticos en el tratamiento.

Regulación Emocional y el Peso de la Vergüenza

El estudio de Munguía también destaca que los familiares de primer grado de personas con cleptomanía tienen una mayor probabilidad de presentar trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y trastornos por consumo de sustancias. Asimismo, los propios individuos con cleptomanía suelen presentar comorbilidades como el trastorno del juego, trastornos alimentarios o déficit de atención e hiperactividad.

La investigadora del Idibell señala que a menudo se observa un perfil muy ansioso , que intenta evitar el daño, y un fuerte componente emocional. Muchas de estas conductas impulsivas y adicciones comportamentales (como el juego o los trastornos alimentarios) se inician como una forma de regulación emocional . Es decir, se desencadenan como un intento de aliviar la tensión o el dolor ante situaciones vitales estresantes o difíciles de afrontar. «Pueden iniciarse como un alivio para esa respuesta emocional tan fuerte, pero no es un alivio a largo plazo. Es un momento y después va a volver a la misma situación, con la misma problemática desencadenante. Es decir, no es una solución real, pero sí puede ser una manera de lidiar con la emoción», profundiza la psicóloga.

Si bien no está claro por qué afecta más a las mujeres, se barajan hipótesis relacionadas con la testosterona en hombres (más vinculada al consumo de sustancias y agresividad) y la tendencia femenina a la regulación emocional ante el estrés. No obstante, ambos expertos insisten en la necesidad de más investigación para comprender plenamente este trastorno.

La losa del estigma y la vergüenza es un obstáculo fundamental en el diagnóstico y tratamiento de la cleptomanía. Es muy poco frecuente que un paciente busque ayuda por voluntad propia; lo habitual es que lleguen a consulta por problemas legales, empujados por sus familias oa raíz de otro trastorno asociado. Este retraso en el diagnóstico, a menudo hasta pasados ​​los 50 años con muchos años de evolución, complica la respuesta al tratamiento, generando altas tasas de abandono y recaída (más del 65% de abandono).

Susana Jiménez-Murcia, jefa del servicio de Psicología Clínica en el Hospital de Bellvitge y coautora del estudio, lamenta que los pacientes «no vienen motivadas, no hay el reconocimiento del trastorno por esa vergüenza. No hay motivación, no quieren venir».

Munguía, recordando el caso de Winona Ryder, critica los «juicios sociales que trivializan y hacen una burla» de este tipo de trastornos, ya que provocan que las personas que sufren «no se sientan en confianza ni de comentarlo a los más cercanos». La investigadora enfatiza que una persona con cleptomanía «es un paciente que está sufriendo mucho» y hace un llamado a la visibilización: «Estamos más acostumbrados a hablar de salud mental, pero todavía hay trastornos que son muy difíciles de entender y tenemos que visibilizarlos para evitar que la gente siga sufriendo en soledad».

El estudio del Idibell ha descubierto que, además de rasgos de impulsividad, la cleptomanía puede presentar características de compulsividad , un hallazgo que podría impactar directamente en el abordaje terapéutico. Los perfiles más impulsivos se benefician de la evitación de estímulos, mientras que los más compulsivos podrían responder mejor a estrategias de exposición y prevención de respuesta gradual.

Finalmente, el psiquiatra Luis Gutiérrez hace un fuerte pedido: «La mofa produce culpa y vergüenza. La persona no toma eso porque sea rata o porque no lo pueda pagar, sino porque no lo puede evitar . El no entenderlo y, además, ridiculizarlo, multiplica por 20 el estigma». El especialista advierte que estos cuadros suelen fraguarse en la adolescencia y que la sociedad actual, con su constante búsqueda de la novedad, puede estar alentando problemas de control de los impulsos. «Si un chaval empieza con conductas impulsivas y no se controla, no se domina, le llevará a muchos problemas. Si no controla esas conductas en el corto plazo, le darán altibajos en el estado de ánimo, cuadros de adicción, agresividad… Todo está en la misma lavadora», concluye.