¡De desecho a tesoro! Residuos algodoneros podrían salvar suelos y al ambiente en Chaco

Resistencia, 20 de marzo de 2025 – Lo que antes era un dolor de cabeza ambiental en la industria algodonera del Chaco ahora podría ser la clave para un futuro más verde. El ingeniero agrónomo Sebastián Carnicer, desde la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNNE, está revolucionando el juego con su tesis doctoral: convertir el linter y las semillas peleteadas descartadas en compost para limpiar contaminantes y resucitar suelos agrícolas agotados. En alianza con la empresa Gensus S.A., este proyecto no solo promete resolver un problema, sino también impulsar una economía circular que ya tiene a las redes zumbando de emoción.
Bajo el título «Dinámica de contaminantes emergentes en parcelas de campo experimentales enmendadas con residuos de la producción de semillas de algodón», Carnicer, dirigido por la Dra. Nelly Jorge y el Dr. Mario Delfino, va al hueso: ¿qué hacemos con los subproductos algodoneros que amenazan el ambiente? El linter (esas fibras cortitas pegadas a la semilla) y las semillas peleteadas (cargadas de agroquímicos y descartadas por no dar la talla) son el foco. La respuesta es tan simple como brillante: transformarlos en compost para neutralizar sus químicos y devolverle vida a los suelos. «Es un triple impacto: menos contaminación, un uso inteligente de desechos y suelos más fértiles», dice el ingeniero, y no exagera.
El trasfondo: un planeta en jaque
Desde los años 50, los agroquímicos han sido el motor de la agricultura moderna, disparando la producción pero dejando un reguero de problemas. En el Chaco, las semillas peleteadas que no pasan el corte comercial se acumulan, cargadas de compuestos que pueden filtrarse al suelo o al agua. A eso sumale el uso intensivo de fertilizantes y el laboreo constante: entre 1985 y 2013, el noroeste chaqueño perdió hasta un 50% de carbono orgánico en sus suelos, según estudios locales. «Sin materia orgánica, la tierra se muere», advierte Carnicer, y su compost podría ser el antídoto.
De la teoría a la acción
El proyecto, una colaboración entre el Instituto Agrotécnico Fuentes Godo, el LabInTAm, la UCFT de la UNNE y Gensus S.A., ya está en marcha. El proceso es claro: tomar esos residuos, compostarlos y usarlos como enmienda orgánica. Así, los contaminantes se neutralizan y el suelo recupera lo que perdió. «Es economía circular pura: lo que sobra de un lado, nutre al otro», explica Carnicer. Los primeros ensayos en parcelas experimentales están mostrando resultados, y el potencial es enorme para una región donde el algodón sigue siendo rey.
Las redes se prenden fuego
En X, la idea ya es viral. «Del linter al compost, Chaco dando cátedra de sustentabilidad», tuiteó un usuario. Otro sumó: «Si esto funciona, que lo lleven a todo el NEA». Hay memes de semillas «recicladas» y hasta pedidos: «Queremos datos de cuánto mejora el suelo». La mezcla de ciencia, ambiente y esperanza tiene a todos enganchados.
¿El futuro del Chaco?
Si la tesis de Carnicer despega, no solo se limpia un problema ambiental, sino que se abre una puerta para productores y comunidades. Menos desperdicio, suelos más sanos y una industria algodonera que deja de ser villana para volverse héroe. «Es sustentabilidad que se toca», dice el ingeniero, y el Chaco podría estar a punto de dar un ejemplo al mundo.
¡Sumate vos! ¿Creés que este compost puede cambiar el juego agrícola? ¿Qué otros residuos podrían tener una segunda vida? Dejá tu comentario abajo y compartí esta nota para que vuele. ¡Que la revolución verde no pare!