«Es imperativo que como sociedad abordemos los factores que promueven las adicciones.»

El sacerdote católico recibió a NORTE en el predio del Refugio San José de Puerto Tirol, institución que desde hace décadas brinda acompañamiento a personas que padecen de consumos problemáticos.

NORTE: ¿Qué cambios ve en los últimos años respecto del alcance de las adicciones?

Padre Crippa: Los consumos problemáticos lamentablemente han avanzado hasta el punto de afectar a niños en gestación. Las últimas estadísticas indican que, en hospitales públicos, cuatro de cada diez madres que dan a luz tienen algún grado de inconvenientes por adicciones. Y cada vez son más comunes casos aberrantes de entrega de chicos que son abusados a cambio de droga para los progenitores. Este drama atraviesa toda la sociedad, desde los sectores más postergados, que residen en villas y asentamientos, hasta las clases más altas.

-En una época con muchas ventajas respecto de otras, ¿a qué atribuye esto?

-Creo que la principal causa es la pérdida de la cultura del trabajo y la falta de valoración de lo que tenemos. No hay modelos virtuosos, y la sociedad ve cómo solo progresan los pícaros. No se respetan las normas de convivencia, tanto en el hogar como en la calle. Hay además una crisis de paternidad. No hay padres presentes en la crianza, ya sea porque trabajan todo el día para intentar dar a sus hijos lo máximo posible materialmente, o porque quienes deben asumir un rol adulto extienden conductas propias de la adolescencia. La casa forma, la escuela da las herramientas cognitivas para que la persona se desenvuelva profesionalmente.

La laborterapia se centra en el cuidado de animales de granja y el arreglo de muebles y electrodomésticos.

Muchos factores se superponen y potencian para que la gravedad del problema se haga cada vez mayor. Desde la desnutrición a la falta de contención, todas esas falencias arman una bola de nieve que se resuelve en el consumo de sustancias nocivas para la salud, dado que el chico las percibe como una vía de escape a un panorama que se le presenta oscuro, solitario y sin salidas. Además, el narcotráfico se despliega en el territorio, y no duda en utilizar la violencia para amedrentar a quienes buscan combatirlo. El menudeo es plata fácil, y esos niños y adolescentes toman como modelo de superación al proveedor de droga, justamente porque en la casa no les muestran, como en generaciones anteriores, ideales de vida. El avance de la tecnología y la presencia las 24 horas de los celulares refuerzan esa percepción de vacío y estímulos cortos. Más que nunca es necesaria la presencia permanente de los padres en la vida de los niños, a fin de poner límites y mostrar a sus hijos que entre las personas debe haber lazos y espacios de contacto, algo que jamás brindarán las pantallas ni las sustancias.

-¿Cómo enfrentan aquí en el hogar los efectos de las adicciones?

-El objetivo del período de residencia en el hogar es el cambio de conductas. Una persona puede estar a lo mejor meses sin consumir, pero si no modifica sus hábitos y metas volverá a caer. Aquí cada interno debe encontrarse consigo mismo, dejar de lado el facilismo de la transgresión y aprender a ser fiel con su verdadero yo. Deshabilitar los mecanismos de la mentira y la manipulación que se utilizan para obtener la satisfacción pasajera y destructiva de la droga, para vivir de cara al bien. Con el consumo no hay medias tintas, es sí o no. Y hoy la libertad está muy mal entendida.

«Las políticas públicas deben dar protagonismo a los agentes locales»

-¿Cómo arriban aquí los internos?

-Nos buscan y nos piden ayuda porque hay un punto en que la familia comprende que es imposible la convivencia con un consumidor, ya que las más elementales normas se ven trastocadas. Los padres saben la locura a la que la droga arroja a los hogares. Un adicto llega al punto de malvender todo lo que encuentra a mano para poder consumir. Y entonces es que muchos acuden a organizaciones como la nuestra. La herramienta principal que manejamos es la laborterapia, y por supuesto el acercamiento a la espiritualidad, porque ambas estrategias ponen al individuo en el eje de ser útil y de valorar lo que se gana con el propio esfuerzo constante, día a día.Previous

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En este momento hay 21 internos, todos varones. Nuestra capacidad máxima es de 25 personas. Muchos dejan el tratamiento tras cuatro, cinco meses, pero si no han afianzado sus nuevos hábitos regresan al tiempo. Si vemos que realmente han comprendido su situación, por supuesto que se les brinda la posibilidad de retornar. Yo no podría estar con los muchachos, si no viviera con ellos acá. Dios nos llama para que trabajemos las capacidades que tenemos. La verdadera autoridad se construye con el ejemplo.

-¿Qué políticas se podrían articular con el Estado?

-Hay una buena intención del gobierno de aportar soluciones, pero no se debe dejar de lado a los agentes locales que desde hace décadas luchan contra esta la problemática, y conocen el terreno y la idiosincrasia de nuestra gente. La mayoría -por no decir casi todos- trabaja a pulmón, y merecen que se los escuche y se los apoye a la hora de emprender políticas públicas destinadas a paliar la cada vez más acuciante situación de las adicciones.