Escándalo en Charata: suspenden fiesta de egresados porque padres escondieron vodka en los centros de mesa
En un insólito caso de irresponsabilidad adulta, una recepción de colegio privado fue clausurada a las 4:30 AM después de que varios padres violaran la ordenanza de alcohol cero escondiendo bebidas en los adornos de las mesas y uno de ellos intentara agredir a un policía.
La primera intervención municipal del año contra una fiesta de egresados en Charata no fue por el comportamiento de los adolescentes, sino por la actitud irresponsable de sus padres. Una recepción organizada por un colegio privado debió ser suspendida por disposición policial y municipal en la madrugada del miércoles, después de que adultos violaran sistemáticamente la ordenanza de alcohol cero, llegando al extremo de esconder vodka dentro de los centros de mesa preparados para la decoración.
El presidente del Concejo Municipal, Alejandro Barcala, relató con incredulidad los hechos: «Había centros de mesa que estaban preparados con anterioridad con alcohol, en botellas de vidrio preparado como centros de mesa ya preparado con vodka». La fiesta, que comenzó a descontrolarse desde su inicio, terminó con una persona demorada tras intentar agredir a un oficial.
Un operativo de contrabando improvisado
Los hechos revelan una planificación deliberada para burlar los controles:
- Ingreso anticipado: El club que alojaba la fiesta permitió el acceso antes del horario acordado para los controles municipales (20:00), frustrando la revisión inicial.
- Puertas sin vigilancia: Portones que debían estar cerrados con candados permanecieron abiertos, permitiendo el ingreso libre sin pulseras de identificación.
- Complicidad organizativa: Barcala señaló que hubo «complicidad dentro de la organización» del club al no controlar adecuadamente el acceso.
- Creatividad ilícita: El método más llamativo fue el camuflaje de alcohol en elementos decorativos, transformando botellas de vodka en centros de mesa.
«El problema no son los chicos, son los adultos», sentenció Barcala. «Y hoy se termina una fiesta, se suspende una fiesta, por culpa de los adultos. Cinco, seis padres dieron la nota, después hay muchos padres que se han comportado y han trabajado con la responsabilidad que merecía esa noche».
La escalada que llevó al desenlace
La cronología del descontrol fue progresiva:
- 🔔 2:30 AM: Primer llamado de atención oficial porque ya había menores con estado de ebriedad elevado.
- ⚠️ 3:25 AM: Segundo aviso y reunión con padres, pidiendo que quienes tenían alcohol se retiraran voluntariamente para no arruinar la fiesta.
- 👮 4:30 AM: Tras la negativa de un adulto (invitado, no padre de egresado) y su intento de agresión a un policía, la fiesta es suspendida por disposición conjunta municipal-policial.
«Esta persona no reacciona bien, decía que él se sabe manejar, que esto es una persecución, que ya hicieron cartel, montón de cosas e insultos y malos tratos a los chicos del municipio», detalló Barcala sobre el momento crítico. «Empezó a insultar, hasta eso vino un policía, le quiere pegar y ahí lo redujeron, y ahí se termina la fiesta».
El contexto: controles reforzados tras un inicio complejo
La intervención se produce en un contexto de vigilancia municipal reforzada tras las primeras fiestas de egresados de la temporada, que —según Barcala— «no terminaron en tragedia por miligro». Esto llevó a implementar un «rígido control» que, irónicamente, fue burlado no por adolescentes, sino por sus progenitores.
Barcala destacó el contraste con otros colegios: «Hay dos colegios que se han comportado muy bien y respetuosamente, los padres y los organizadores». Este contraste subraya que el problema no es generalizado, sino de cultura específica dentro de ciertos grupos.
La paradoja de la «responsabilidad adulta»
El caso expone una paradoja preocupante: los mismos adultos que cuestionaban la ordenanza argumentando que «ellos podían tomar y nadie los tenía que controlar» demostraron ser incapaces de autorregularse, poniendo en riesgo no solo la fiesta sino la seguridad de todos.
«Cuando hablábamos sobre la ordenanza, muchos nos decían que el tema de los adultos no era el problema, porque son adultos, podían tomar y nadie lo tenía que controlar», recordó Barcala. «Bueno, esto se suspendió a las cuatro y media de la mañana por un problema con adultos, no con los chicos».
Consecuencias y reflexiones
El incidente deja varias lecciones y preguntas:
- Responsabilidad compartida: La complicidad del club en el descontrol cuestiona el rol de los espacios que alojan estos eventos.
- Fracaso del diálogo: A pesar de las múltiples advertencias y oportunidades para corregir el curso de los eventos, algunos adultos optaron por la confrontación.
- Solidaridad entre padres responsables: Barcala destacó que «los papás que han cumplido a rajatabla la norma ya empezaban a apuntarse entre ellos» para identificar a los infractores, mostrando que existía un frente de padres comprometidos con la seguridad.
«Este caso es emblemático de cómo la irresponsabilidad de unos pocos puede arruinar el esfuerzo de muchos», analizó un educador consultado. «Mientras la mayoría de los padres y los chicos querían una celebración segura, un pequeño grupo, con una creatividad lamentable, priorizó su ‘diversión’ por encima de todo, incluso de la fiesta de sus propios hijos».
¿Dónde termina el derecho a la celebración y comienza la obligación de proteger a los menores? El caso de Charata muestra que, a veces, los adultos necesitan más supervisión que los adolescentes. ¿Serán suficientes medidas punitivas como esta suspensión para cambiar comportamientos arraigados, o la cultura del «festín a cualquier costo» seguirá desafiando las normas de convivencia y seguridad? Por ahora, la lección es clara: en Charata, el vodka en el centro de mesa tiene un precio muy alto.
