«Gran Resistencia respira (un poco): inflación de julio en 1,7%, la más baja en 7 años, pero los alquileres y la luz ahogan a las familias»

En el Chaco, la inflación dio un respiro… pero solo a medias. Julio cerró con una suba de precios del 1,7% en el Gran Resistencia, dos décimas por debajo del promedio nacional y la cifra mensual más baja desde 2017. ¿Buena noticia? Sí, pero con un «pero» gigante: los rubros que más golpean el bolsillo —alquileres, luz, agua y esparcimiento— siguen disparados, mientras los salarios corren detrás de una carrera que parece no tener final.
El alivio que no alcanza
Por segundo mes consecutivo, la inflación en la región se mantuvo por debajo del 2%, un dato que contrasta con el caos de meses anteriores. Sin embargo, la calma es engañosa. Mientras algunos productos bajaron de precio —como la indumentaria, que registró una caída del 0,4%—, otros se dispararon sin piedad. El capítulo «Propiedad, Combustible, Agua y Electricidad» lideró las subas con un 3,8%, arrastrado por los alquileres, que ya acumulan un 64,5% de aumento en un año. ¿El resultado? Familias que deben elegir entre pagar el alquiler o llenar la heladera.
La cruda realidad de las canastas
Para una familia tipo de cuatro personas, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) —la que mide la indigencia— costó $538.091 en julio, un 1,3% más que en junio. La Canasta Básica Total (CBT), que marca la línea de pobreza, trepó a $1.231.616, un 1,1% más que el mes anterior. Los números fríos no dicen lo que duele: que una familia necesite más de un millón doscientos mil pesos solo para no ser pobre es una bofetada en un país donde los sueldos no llegan, los planes sociales se recortan y la desesperación crece.
¿Por qué el Gran Resistencia es más caro que Buenos Aires?
El informe de Politikon Chaco revela una paradoja: aunque la brecha con el AMBA se achica, vivir en el Nordeste sigue siendo más caro. La CBA local es un 4,4% más cara que la del Indec, y la CBT supera a la nacional en un 7,2%. ¿La explicación? Una combinación letal: servicios públicos que no paran de subir, combustibles que queman el presupuesto y un mercado que castiga a quienes menos tienen.
Los rubros que más duelen
- Alquileres, luz y agua: +3,8% en julio, +64,5% en un año. Un golpe directo a los hogares, donde cada mes es una lucha por mantener un techo.
- Esparcimiento y cultura: +2,7% mensual, +60,9% interanual. ¿Salir a distraerse? Un lujo que pocos pueden pagar.
- Transporte y comunicaciones: +2,4%, con aumentos en telefonía, internet y nafta. Moverse o comunicarse ya es un gasto de elite.
- Atención de la salud: +0,4% en julio, pero +53,5% en un año. Enfermarse sale cada vez más caro.
Solo la ropa y el calzado bajaron de precio (-0,4%), pero de poco sirve cuando lo básico —comer, vivir bajo un techo, prender la luz— se vuelve inalcanzable.
¿Hay esperanza?
Los datos acumulados de enero a julio marcan el menor aumento desde 2017 (15,1%), y la inflación interanual (33,3%) es la más baja desde 2018. Pero el alivio es relativo. Porque mientras los economistas celebran «la desaceleración», en los barrios la gente sigue haciendo malabares para llegar a fin de mes.
La pregunta que queda en el aire es una sola: ¿Hasta cuándo un 1,7% de inflación mensual será motivo de celebración, si los precios ya se comieron el futuro de miles de chaqueños?