La Argentina de Milei en jaque: se esfuman los dólares y el crédito internacional sigue vedado

Buenos Aires, 25 de mayo de 2025 – La economía argentina bajo la gestión de Javier Milei enfrenta un escenario crítico: las reservas internacionales del Banco Central se desangran, el superávit comercial se evapora y el acceso a los mercados internacionales de crédito permanece cerrado desde 2018. En la reciente AmCham Summit 2025, Milei prometió un colapso del riesgo país y un retorno triunfal al financiamiento global, pero los números y las tendencias pintan un panorama sombrío. Con vencimientos de deuda externa que acechan y una economía bimonetaria al borde del estrés, la pregunta que resuena es: ¿puede la Argentina de Milei generar los dólares necesarios para evitar el colapso? 💸🌎
Una sequía crediticia de ocho años
Desde enero de 2018, cuando el actual ministro de Economía, Luis Caputo, lideraba el endeudamiento bajo el gobierno de Mauricio Macri, Argentina no ha podido emitir deuda en dólares en los mercados internacionales. Esta veda, que pronto cumplirá ocho años, afecta tanto a gestiones liberales como peronistas, revelando una fragilidad estructural en el sector externo que trasciende ideologías. Como señala el economista Ricardo Arriazu, los reiterados defaults han erosionado la confianza de los inversores, exigiendo una disciplina fiscal que el país no ha logrado sostener. Por otro lado, economistas estructuralistas apuntan al bajo stock de reservas frente a un exigente cronograma de vencimientos como el principal obstáculo para recuperar el crédito.
El informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) lo resume con crudeza: un país más endeudado y con una cuenta corriente deficitaria no solo no resuelve su insolvencia externa, sino que la agrava. La economía bimonetaria argentina, con alta inflación y dependencia de divisas, enfrenta una restricción que el programa liberal-libertario de Milei y Caputo no aborda, profundizando la vulnerabilidad.
El superávit comercial se desvanece
El superávit comercial, un pilar clave para la generación de dólares, está en caída libre. Según la consultora Abeceb, el saldo positivo del primer cuatrimestre de 2025 fue de apenas 1.265 millones de dólares, un 80% menos que los 6.208 millones del mismo período en 2024. En abril, el superávit se redujo a 204 millones, frente a 1.806 millones un año antes, debido a un magro crecimiento de las exportaciones (+2,3%) y una explosiva suba de las importaciones (+37,3%). Este aumento en las compras externas, impulsado por el atraso cambiario deliberado para contener la inflación, desplazó la producción local, contribuyendo a una caída del 1,8% en el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de marzo.
Sin las exportaciones de Vaca Muerta, herencia de la estatización de YPF en 2012, el panorama sería aún más grave: la balanza energética aportó 2.684 millones de dólares en el cuatrimestre, evitando un déficit comercial de 1.419 millones. Sin embargo, las proyecciones son alarmantes: el superávit anual, estimado inicialmente en 12.000 millones, se recortó a 8.000 millones, y la tendencia sugiere un posible colapso desde los 19.000 millones de 2024.
Reservas en declive y promesas vacías
El Banco Central, lejos de acumular reservas en los meses clave de liquidación de la cosecha gruesa, las está perdiendo. Las reservas brutas cerraron el viernes en 38.425 millones de dólares, con una caída de 535 millones en mayo, pese a un aumento de 8.818 millones en el año gracias a préstamos de organismos multilaterales como el FMI, el Banco Mundial y el BID (14.000 millones). Como advierte la consultora Vectorial, Caputo repite el error de su paso por el gobierno de Macri: consumir los dólares de rescate sin fortalecer las reservas de libre disponibilidad.
Las promesas de un boom exportador de Vaca Muerta y la minería no convencen a los fondos internacionales, conscientes de las limitaciones de una economía con restricción externa y endeudamiento elevado. El anuncio de un nuevo blanqueo de dólares resultó un fiasco, limitado por el riesgo de sanciones del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) y la falta de apoyo del FMI. El intento de relanzar el carry trade tampoco atrajo capitales: los depósitos en dólares están estancados en 31.000 millones, lejos del récord de 34.235 millones de noviembre de 2024.
Un riesgo país que no cede
Milei prometió en la AmCham Summit que el riesgo país caería por debajo de los 550 puntos, el umbral necesario para volver a los mercados. Sin embargo, el índice se mantiene 100 puntos por encima del mínimo anual, sin perforar los 650 puntos. Con una tasa base del Tesoro de EE.UU. en 4,3%, endeudarse implicaría tasas cercanas al 10% anual, un nivel que, según Vectorial, “indica que el país está quebrado”. La refinanciación de la deuda actual, con cupones entre 0,75% y 5%, a tasas más altas agravaría las cuentas fiscales y externas.
Vencimientos de deuda: un desafío monumental
El cronograma de vencimientos en dólares es abrumador: 7.000 millones en 2025, 13.500 millones en 2026 y 19.000 millones en 2027, además de 8.000 millones pendientes con el FMI. Sin acceso al crédito internacional, cumplir estos compromisos es casi imposible. El Banco Provincia señala que solo Kenia, entre 27 países que emitieron deuda en 2024-2025, tiene un perfil similar al argentino: reservas equivalentes al 6% del PIB y un déficit de cuenta corriente superior al 1%. “Los antecedentes no son optimistas”, concluye el informe.
Un país al borde del abismo
La combinación de un superávit comercial en declive, reservas menguantes y un riesgo país elevado coloca a la Argentina en una zona de estrés externo. La dolarización de ahorros, incentivada por la eliminación de controles al atesoramiento, y el aumento de la demanda de divisas por turismo y elecciones de medio término en octubre agravan la situación. En el Chaco, donde iniciativas como la entrega de un cajero automático en Mesón de Fierro buscan impulsar el desarrollo rural, la falta de dólares a nivel nacional podría limitar el financiamiento de proyectos clave.
Milei y Caputo apuestan a un modelo que ignora la insolvencia externa, reprimiendo el tipo de cambio y la inflación para fines electorales. Pero, como advierte FIDE, “un país más endeudado y con déficit de cuenta corriente no mejora, sino que agudiza sus problemas”. Sin un plan para generar dólares y acumular reservas, la olla a presión cambiaria amenaza con estallar.
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