La Clase Media Bajo la Motosierra: El Costo Social del Ajuste en el Primer Año de Milei

BUENOS AIRES. El impacto de las políticas de ajuste implementadas por el gobierno de Javier Milei en su primer año de gestión ha calado hondo en los bolsillos de la clase media argentina. Un reciente informe económico de la Universidad de Buenos Aires (UBA) arroja luz sobre una realidad preocupante: durante 2024, la clase media destinó el 60% de sus ingresos al pago de servicios básicos del hogar . Un porcentaje alarmante que refleja la brutal pérdida de poder adquisitivo, producto de la quita de subsidios y los sucesivos tarifazos.
El informe de la UBA se convierte en un termómetro social que mide el verdadero «costo de la motosierra». Lo que para el Gobierno es una medida necesaria para sanear las cuentas públicas, para millones de hogares se ha convertido en un ahogo financiero sin precedentes. La ecuación es sencilla y dolorosa: menos ingresos disponibles para el consumo, menos ahorro y una creciente dificultad para llegar a fin de mes.
Tradicionalmente, la clase media ha sido el motor del consumo interno, un pilar fundamental de la economía argentina. Sin embargo, la reasignación de una porción tan significativa de sus ingresos hacia el pago de tarifas de servicios (luz, gas, agua) ha generado un efecto dominó negativo en otros sectores de la economía. El comercio minorista, el ocio, la cultura y hasta la educación privada sienten el impacto de un consumidor que, por necesidad, debe priorizar los gastos esenciales.
La quita de subsidios, presentada como un paso ineludible hacia la normalización de la macroeconomía, ha recaído de manera desproporcionada en aquellos sectores que, si bien no se encuentran en situación de vulnerabilidad extrema, tampoco cuentan con los recursos para absorber aumentos tan abruptos. La clase media, acostumbrada a un cierto nivel de vida y consumo, se ve hoy forzada a reestructurar por completo sus presupuestos familiares.1
Este panorama, lejos de ser una mera estadística, se traduce en historias cotidianas de familias que reducen las salidas, postergan compras de bienes duraderos, o incluso se ven obligadas a reajustar sus hábitos alimenticios. La «libertad de elección», tan pregonada por el oficialismo, se ve seriamente limitada cuando la mayor parte del ingreso se destina a cubrir las necesidades básicas.
El desafío para el Gobierno de Milei no solo continuará con su plan de ajuste, sino también analizar cómo estas políticas impactan en la fibra social del país. La clase media, históricamente resiliente, muestra signos de agotamiento, y su capacidad de absorción de nuevos shocks económicos parece llegar a un límite. El costo social de la «motosierra» se visibiliza en cada factura de servicios, en cada renuncia a un gasto que antes era habitual, y en la creciente preocupación por el futuro económico de los hogares argentinos.2