Más Lento, por Favor: La Propuesta del Movimiento Slow para una Educación Más Profunda

25 de agosto de 2025
En un artículo publicado en Perfil, la especialista en educación Laura Lewi plantea una reflexión crítica sobre el ritmo acelerado que domina las prácticas educativas actuales, proponiendo una mirada alternativa inspirada en el movimiento slow. Bajo el título “Más lento, por favor: cuando enseñar todo no es enseñar bien”, Lewi cuestiona la lógica de acumulación de contenidos y aboga por una enseñanza más intencional, profunda y centrada en el aprendizaje significativo. Este enfoque, respaldado por la neuroeducación, prioriza la calidad sobre la cantidad, invitando a las escuelas a desacelerar para reconectar con lo esencial: el vínculo humano, la comprensión y el bienestar emocional.
La Trampa de la Productividad en la Educación
Lewi identifica una tendencia común en el sistema educativo: la creencia de que enseñar más contenidos, actividades o evaluaciones equivale a enseñar mejor. Esta “cultura del apuro”, influenciada por lógicas de productividad, lleva a los docentes a cumplir programas extensos a costa de la profundidad del aprendizaje. Como resultado, al final del ciclo lectivo, muchos estudiantes retienen poco de lo enseñado, ya que el ritmo acelerado no permite la integración de conocimientos. “¿Cuántas veces sentimos que corrimos una maratón sin haber mirado el paisaje?”, pregunta la autora, evidenciando la desconexión entre cubrir un programa y lograr aprendizajes significativos.
El artículo subraya que esta dinámica no solo afecta a los estudiantes, sino también a los docentes, quienes, agotados por la presión de cumplir con un currículo abarrotado, terminan enseñando de manera mecánica. “Cuando un docente está cansado, no enseña, repite,” afirma Lewi, destacando las consecuencias del desgaste en la calidad educativa.
El Movimiento Slow: Enseñar con Sentido
Inspirada por el libro In Praise of Slow (2004) de Carl Honoré, Lewi propone aplicar los principios del movimiento slow a la educación. Lejos de ser una mera enseñanza “despacio”, el enfoque slow implica enseñar con intención, seleccionando cuidadosamente los contenidos esenciales y dando espacio a procesos como la repetición espaciada, el procesamiento emocional y el descanso. “No se aprende por acumulación, sino por integración,” señala la autora, respaldándose en hallazgos de la neurociencia cognitiva que demuestran que el aprendizaje profundo requiere atención sostenida y tiempo para consolidarse.
El movimiento slow no busca bajar los estándares educativos, sino elevar la calidad del aprendizaje al priorizar la comprensión sobre la cantidad. Esto implica repensar preguntas clave: ¿Es indispensable cubrir todo el programa? ¿Qué lugar tienen la pausa, el error o el diálogo auténtico en el aula? ¿Cómo equilibrar el ritmo externo (calendarios, diseños curriculares) con el ritmo interno de los estudiantes (motivación, comprensión)?
La Importancia de las Emociones y la Pausa
Un pilar del enfoque slow es el reconocimiento del rol de las emociones en el aprendizaje. Lewi destaca que el cerebro no puede procesar grandes cantidades de información sin tiempo para vincular, experimentar y reflexionar. “Si no hay tiempo para eso, lo que enseñamos no llega a convertirse en huella. O sea, pasa de largo,” explica. La repetición espaciada, que consiste en revisar contenidos con intervalos de tiempo, se presenta como una estrategia más efectiva que la enseñanza diaria de nuevos temas, pero requiere que las escuelas prioricen el tiempo sobre la cobertura exhaustiva.
Además, el artículo enfatiza que la pausa es una herramienta pedagógica poderosa. “La pausa también enseña. No hacer también es hacer. Guardar silencio también es decir,” sostiene Lewi. Este enfoque no solo fomenta aprendizajes más profundos, sino que también protege la salud emocional de estudiantes y docentes, evitando el agotamiento que genera el apuro constante.
Un Llamado a la Valentía
Adoptar el movimiento slow en la educación requiere decisiones valientes: jerarquizar contenidos, recortar lo no esencial y priorizar la profundidad sobre la cantidad. Lewi plantea que esto implica cuestionar el sistema educativo actual y sus demandas externas, como los calendarios rígidos o las evaluaciones estandarizadas. “Enseñar con prisa es funcional a un sistema. Pero enseñar con pausa es funcional al alumno,” afirma, subrayando que el objetivo final debe ser el aprendizaje genuino, no el cumplimiento de un programa.
El artículo invita a los equipos docentes a reflexionar colectivamente: ¿Qué tipo de escuela queremos ser? ¿Qué huella queremos dejar en los estudiantes? La autora destaca que los recuerdos más significativos de la escuela no están ligados a la cantidad de contenidos aprendidos, sino a los momentos de conexión humana, cuando un docente dio tiempo, escuchó o permitió que las dudas florecieran sin apuro.
Hacia una Educación Más Humana
El movimiento slow propuesto por Lewi no es una utopía, sino una necesidad respaldada por la neuroeducación y las demandas de una sociedad que valora cada vez más el bienestar emocional. Al desacelerar, las escuelas pueden crear aulas que “respiren”, donde el aprendizaje se nutra de vínculos auténticos, pensamiento crítico y emociones compartidas. En palabras de la autora, “una cosa es enseñar… y otra muy distinta es que alguien aprenda.” Este enfoque desafía a la educación a priorizar la calidad sobre la cantidad, transformando la escuela en un espacio donde el tiempo se convierte en un aliado del aprendizaje.
Fuentes: Perfil, artículo de Laura Lewi