Para preservar su patrimonio, Roma comenzará a cobrar entrada para visitar la Fontana di Trevi
La medida, que busca reducir las aglomeraciones y financiar el mantenimiento, entrará en vigor el 7 de enero. Costará 2 dólares por turista, con excepción para los residentes de la ciudad.
En un intento por ordenar el masivo flujo turístico y financiar la preservación de uno de sus íconos más preciados, la ciudad de Roma anunció que a partir del 7 de enero de 2026 comenzará a cobrar entrada para visitar la Fontana di Trevi. El monumento barroco, famoso por la tradición de arrojar una moneda para asegurar el regreso a la capital italiana, será el segundo gran atractivo romano en implementar un sistema de ticketing pago, después del Panteón.
La entrada tendrá un costo de 2 dólares (aproximadamente 1,85 euros) por persona y será obligatoria para todos los turistas. Los residentes en Roma estarán exentos del pago. La medida busca abordar un problema que se agravó tras la pandemia: aglomeraciones inmanejables que deterioran la experiencia de los visitantes y ejercen una presión constante sobre el patrimonio histórico.
Un modelo que ya funciona: el caso del Panteón
Roma ya implementó un sistema similar en el Panteón de Agripa, uno de los monumentos antiguos mejor conservados del mundo. Allí, la entrada general cuesta 5 euros, con una tarifa reducida de 2 euros para jóvenes de la Unión Europea entre 18 y 25 años, y es gratuita para menores de 18 años y residentes locales.
El éxito de esta medida en términos de gestión de multitudes y recaudación motivó su extensión a la Fontana di Trevi, que recibe a diario miles de visitantes de todas partes del mundo.
El objetivo: preservar y mejorar la experiencia
Las autoridades romanas argumentan que el cobro no es solo una fuente de ingresos, sino una herramienta de gestión. Los fondos recaudados —que se estiman en unos 20 millones de euros anuales— estarán destinados específicamente al mantenimiento, limpieza y seguridad de la fuente y su entorno inmediato.
Además, se espera que el ticket regule el acceso, evitando las congestiones permanentes que dificultan tomar una fotografía o simplemente apreciar la obra maestra de Nicola Salvi, terminada en 1762.
La decisión forma parte de una tendencia global en ciudades superpobladas de turistas, como Venecia (que ya implementó una tasa de acceso), por encontrar un equilibrio entre el aprovechamiento económico del turismo y la protección del patrimonio cultural y la calidad de vida.
¿Usted qué opina?
El cobro de una entrada simbólica para visitar monumentos icónicos como la Fontana di Trevi, ¿es una medida justa y necesaria para preservarlos, o representa una mercantilización excesiva del patrimonio cultural que debería ser de libre acceso? El debate entre conservación y acceso está servido. Participe en los comentarios.
