«Puma» Pirota: a los 80 años, sigue superando obstáculos en el maxi básquet

¿Quién dijo que a los 80 años de vida no se puede practicar deporte y competir a nivel mundial con entereza física y mental?
El chaqueño nacido en General Pinedo, Alejandro «Puma» Pirota viene de dejar una imagen saliente como capitán del seleccionado argentino de maxi básquetbol clasificado en el cuarto puesto detrás del campeón Estados Unidos, República de Latvia (conocida como Letonia) y Alemania en la cita de Suiza.
No fue un mundial más para el legendario deportista en una disciplina muy exigente por la intensidad y por ser de contacto, además tuvo el honor de haber sido elegido capitán del equipo y fue distinguido como embajador deportivo por sus 40 años de participación en las competencias de la Federación Internacional de maxi. En 1991 tuvo el honor de consagrarse campeón mundial en Buenos Aires con la albiceleste, el mismo año lo hizo con Chaco en Carlos Paz, y en 2023 en el Panamericano.
«Lloré una semana por la distinción, fue algo muy fuerte en lo personal, le di gran relevancia a la consideración que tuvieron conmigo como jugador y persona. Es el fruto de los años de trabajo y de constancia que me enorgullecen» definió.
El «Puma» hizo su camino desde muy pequeño en este deporte, fue creciendo y se afianzó como una de las figuras para convertirse en un referente entre tantos jugadores de primer nivel aportados por el Chaco. Y en el presente, con una rica historia de vida construida en base a dedicación, esfuerzo, sacrifico y constancia, es fuente de inspiración porque sigue superando obstáculos y logra objetivos que pueden resultar inalcanzables.
El proceso
La previa al Mundial de Suiza tuvo un largo período de trabajo porque no sólo llevó su tiempo la conformación del plantel, también hubo que programar viajes a distintas ciudades para las concentraciones y los entrenamientos.
«Fuimos ordenándonos de apoco porque no hay muchos jugadores de la categoría 80, el cuerpo técnico nos fue ubicando, y el primer lugar de trabajo fue Paraná, luego Santa Fe, Curuzú Cuatiá y Buenos Aires. Fue difícil, pero nada es imposible cuando existen ganas y buena predisposición, de manera que se localizó a los jugadores que residen en provincias más lejanas. Así surgió la Selección Plateada (por las canas) que llegó de la mejor manera a Suiza» precisó.
El grupo está compuesto, además del Puma Pirota, por Mario Sala, Horacio Franeveo, Eduardo Attis y el director Técnico Jorge López Raggi, entre otros.
«Somos todas personas mayores, cada una con sus costumbres y carácter, si bien hubo algún chisporroteo, prevaleció el entendimiento y la buena convivencia. Después de esta muy rica experiencia ya nos pusimos a planificar lo próximo que será el Panamericano a disputarse en El Salvador en febrero próximo, y el Mundial de 2027 en Fortaleza» destacó.
Los rivales
«Estados Unidos puso en cancha jugadores de 2 metros con 110 kilos de peso y Alemania a varios de buena altura, incluso el que me marcó de 1,91, más Latvia que mostró lo suyo. Y en ese marco noté que ellos mostraron orden y planificación complementando con muy buena efectividad» subrayó.
Una vida de 73 años ligado al baloncesto
Su vínculo con este deporte se inició cuando el «Puma» tenía apenas 7 años y dio los primeros piques en la vieja cancha de Hindú de avenida Sarmiento y Rioja. Comenzó en mini y con 15 años tuvo su debut en primera división
El define al «Bólido Verde» como su casa, habiendo dado vueltas olímpicas en el 61, 71, 73, 75 y 76 por los campeonatos ganados, y como director técnico fue campeón en las temporadas 86 y 87. También lo hizo en Don Bosco, San Fernando y en el representante de nuestra provincia.
Si bien, se identifica con el «Verde» de calle Franklin, su nivel de buen jugador, lo llevó a ser tenido en cuenta por otros clubes en los que dejó su sello, como Boca Juniors, Regatas Resistencia, Unión Progresista, Don Orione y en la Selección Chaqueña
El apodo
Cuando jugó uno de los campeonatos intercolegiales con 14 años, en un cruce con los santiagueños, fueron los de la vecina provincia los que le impusieron el sobrenombre por ser rubio tirando a colorado y por su fuerza y sangre en cada pelota disputada. De allí surgió el bautismo de «Puma» Pirota como se lo identifica en todos los ámbitos.
El rol de la familia
Nunca quiere dar ningún tipo de ventaja, por eso se alista para cada reto de la mejor manera en lo físico y técnico. «Juego a estar de la mejor manera, y para ello, tengo dos lugares fundamentales como Hindú que es mi casa y Central Norte donde me ayudan en cada entrenamiento. Los jugadores que asisten a los entrenamientos colaboran mucho para que yo pueda alcanzar el nivel óptimo. Pero, la base sólida que tengo es mi familia que la posiciono en un pedestal por tenerla y por enseñarme que las cosas se logran con amor, cariño y fe» remarco.
El deporte, la segunda medicina
«Considero y lo repito siempre que el deporte es la segunda medicina de los seres humanos. La primera nos brinda nuestros profesionales de la salud que nos atienden y nos curan» enfatizó y añadió: «Por eso no puedo dejar el deporte, tampoco lo haría por prescripción médica. Yo practico todo el año y es la principal motivación que tengo para estar siempre activo y jugando en un rectángulo de juego que es mi vida. Se muy bien que dejar de jugar no me haría bien, por eso ahora descansaré y volverá a júntame con mis compañeros para afrontar lo que se viene».
Siempre pregona que la práctica de cualquier disciplina es fundamental para todos los seres humanos. «A mi frase de más zapatillas y menos pastillas, agrego que los padres no deben buscar que sus hijos sean ganadores de partidos y campeonatos únicamente. Deben acompañarlos para que logren estar bien físicamente y mentalmente, que se encaminen a triunfar en la sociedad y se relacionen con amigos porque es lo mejor que les puede pasar en la vida».
Finalmente, recordó su origen mencionando a su padre ferroviario y a su madre maestra que encaminaron la familia en General Pinedo hasta desembarcar en Resistencia. «Ellos me enseñaron que la humildad es la grandeza del ser humano y que la vida te ilumina cuando tenes ese don. También aprendí a luchar por mi Chaco porque al asistir a diversas provincias me decían que acá hacía calor, donde quedaba, y en realidad me dolía en el alma. Eso me llevó a ser un rebelde para mostrar que no estamos lejos y me considero un eslabón de mi pueblo, por eso luché y peleé y lo sigo haciendo».

Por Willy Rodríguez