Trabajadores pobres, el resultado más elocuente y triste de la dinámica inflacionaria
Empleo, salarios, consumo, nivel de actividad, por un lado; y la dinámica fiscal provincial, por otro, son parte de este repaso por lo ocurrido en materia económica en 2022, incorporando voces y una mirada hacia 2023.
El 2021 había sido el año de la reconstrucción de estructuras económicas y productivas tras la paralización de la pandemia, en 2020, con una recuperación traccionada desde algunos sectores de gran dinamismo como construcción e industria. Pese a ese fuego encendido, todavía, en la actividad económica, este 2022 concluye con uno de los datos más elocuentes y dolorosos del daño que ocasiona la espiral inflacionaria: una buena porción de los trabajadores en actividad –tanto formales como informales- son pobres.
Ese dato fue reflejado con crudeza por el Observatorio de la Deuda Social de la Universal Católica Argentina (UCA), a principios de este mes, e indica que hoy en la Argentina uno de cada tres trabajadores mayores de 18 años (29,8%) es pobre, en un conjunto que involucra a trabajadores informales (46,9%), asalariados del sector micro-informal (23,8%), trabajadores del sector público (14,5%) y asalariados del sector formal (13,9%).
El informe dio datos del tercer trimestre de 2022 (julio-agosto-septiembre), cuando la inflación se aceleró, y reveló un incremento de los hogares sin carencias no monetarias, pero que cayeron bajo la línea de pobreza como efecto del deterioro de los salarios reales, es decir, salarios que crecen menos que la evolución de los precios.
Un detalle no menor es que todas las categorías de empleo (pleno, precario, subempleo inestable) se vieron afectadas por una merma en su nivel de ingresos. Teniendo en vista, además, que los ingresos laborales mensuales de los empleados formales cuadruplican los de los subempleados inestables.
Mirando el escenario de los últimos años, en 2019 la cantidad de trabajadores pobres llegó a ser 27,8%. En 2020, si se considera a los cesanteados, subió a 31,3% en la pandemia. En 2021 bajó a 27,4%. Y en 2022 se acerca al 30%.
En este análisis, y para visualizar una de las causas de la caída del salario real, son importantes datos como, por ejemplo, el costo de la Canasta Básica Total (que delimita la línea de pobreza) y de la Canasta Básica Alimentaria (que fija la línea de indigencia).
Para el Chaco, según el relevamiento del Índice Barrial de Precios que hace el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI), una familia de dos adultos y dos menores necesitó en noviembre $133.198 para no caer bajo la línea de la pobreza. Con ese valor, la CBT aumentó 1,94% con respecto al mes previo y 80,95% interanual, comparando con la misma canasta de noviembre de 2021.
La Canasta Básica Alimentaria, en tanto, tuvo una variación interanual del 89,79%, llegando en noviembre a $59.154. Esta cifra es necesaria para que una familia no esté debajo de la línea de indigencia. De este modo, se dio un aumento de 2,39% con respecto a lo que valía esta canasta el mes previo.
En cuanto a la inflación, el Índice de Precios al Consumidor del NEA tuvo una suba de 4,5% en noviembre, acumulando en 11 meses un 87% de aumento. En la medición interanual versus noviembre de 2021, el incremento llegó al 95,3%. Con respecto al mes previo, desaceleró en 1,7 puntos porcentuales.
Comparando con otras regiones del país, el NEA fue la que tuvo el menor crecimiento de precios en el anteúltimo mes de 2022, aunque mantiene el liderazgo en las comparaciones acumuladas e interanuales, según apuntó en un informe la Consultora Politikon Chaco.
Por otra parte, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del aglomerado del Gran Resistencia, que releva el Instituto de Estadística y Ciencia de los Datos (IPECD) del Chaco, tuvo en noviembre una suba del 5,05%, desacelerando levemente con respecto al registro previo (5,45% en octubre), pero quedando por encima de los índices elaborados por el Indec a nivel nacional (4,9%) y de NEA (4,5%).
Así, el alza acumulada de precios en once meses del año es del 88,10% (por encima del IPC nacional y NEA), mientras que la medición interanual registró una suba del 96,67%.
El comportamiento de los principales indicadores
Hasta septiembre de 2022 (último dado del Indec disponible), la actividad económica en el país acumula una mejora interanual del 6,2%. Según el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), en ese mes el crecimiento interanual fue del 4,8% interanual, respecto a igual mes del 2021, aunque versus agosto de 2022 hubo un retroceso de -0,3%.
En materia de consumo, el director de la Consultora Politikon Chaco, Alejandro Pegoraro destaca que se mantiene en buenos niveles, aunque muestra un debilitamiento. «Lo concerniente a consumo masivo, como ventas de supermercados, presenta subas sostenidas, pero reduciendo su tasa de crecimiento, amenazadas por el avance de la inflación; el consumo de combustible se está resintiendo y el consumo de durables como electrodomésticos se estancó, sin perspectivas demasiado positivas para, por lo menos, el primer trimestre del año», evaluó.
Los últimos datos disponibles indican, para el período acumulado enero – septiembre, ventas de supermercados por $16.738 millones en la provincia, con un incremento del 5,2% real. Se destaca que hubo subas todos los meses, con un pico en abril (7,2% real).
Además, en relación con años previos, estas ventas crecen también en precios constantes, contra igual período del 2020 (6,5%) y 2019 (5,5%), aunque están aún por debajo de 2018 (-12,9%) y 2017 (-15,8%).
Por otra parte, en octubre las ventas de combustibles al público en el Chaco totalizaron 34.155 metros cúbicos, con un muy leve descenso contra el mes previo (-0,1%), y una suba interanual del 4,7%. Fue el vigésimo crecimiento año/año consecutivo, pero la tasa de mejora muestra una desaceleración, siendo la más baja de los últimos tres años.
El acumulado de estas ventas para el período enero-octubre 2022 finaliza con una mejora del 16,8% por encima de igual período de 2021, aunque es la provincia del NEA, nuevamente, que menos creció.
Junto a esos indicadores mencionados, las ventas minoristas son un muy buen termómetro de lo que ocurre en la actividad comercial principalmente desarrollada por pymes. Y la evolución de los últimos meses muestra, a las claras, un freno.
Según el último reporte de CAME, en noviembre las ventas minoristas pymes descendieron 3,1% frente al mismo mes del año pasado, medidas a precios constantes. Con este mes, ya van cinco consecutivos con las ventas en baja, aunque en los 11 meses del año todavía acumulan un crecimiento (1,4% frente a igual periodo 2021).
Lo que más preocupa de esta caída en las ventas es la baja en el rubro Alimentos y Bebidas (-1,3% anual en este mes), siendo que en noviembre sólo el rubro Farmacia y Perfumería creció en la comparación anual. Desde el sector empresarial, indican que se siente cada vez más el menor poder adquisitivo del consumidor, aunque siempre la dinámica comercial de fin de año genera esperanzas de cerrar un año con signo positivo.
El análisis de Iván Bonzi
Julio, el punto de quiebre
Un primer semestre fuerte en ventas, con el impulso que continuó desde la reactivación de 2021; y un segundo semestre con múltiples complicaciones generadas por la inflación y las restricciones del sector externo. En esas dos partes se apoya el análisis que hace para este Anuario 2022 el presidente de la Cámara de Comercio de Resistencia, Iván Bonzi.
«Tuvimos un comienzo de año positivo, viniendo de un 2021 donde progresivamente se fue recuperando la economía, aunque con alguna disparidad en distintos rubros porque algunos se fueron recuperando más rápidamente que otros», evaluó.
«Hemos comenzado este año con esa sinergia que venía del año anterior. Mes a mes en el primer semestre fueron dando positivo los indicadores de ventas, en la comparación interanual con el 2021, hasta que llegamos al mes de julio», marcó. Es que –agregó-, si bien la inflación llegaba a niveles importantes en esos primeros seis meses del año, y generaba cierto tipo de inconvenientes, el sector logró sostener una evolución positiva.
«En julio todo se complicó con la disparada de la inflación, de un 7% mensual, configurando un contexto muy difícil para nosotros como comerciantes y para nuestros clientes y consumidores, por la pérdida del poder adquisitivo, lo cual se tradujo de manera inmediata en la caída de consumo», trazó el empresario.
En esa línea, recordó que las ventas minoristas llevan cinco meses consecutivos de bajas, de acuerdo a las encuestas de CAME de las cuales participa la Cámara de Comercio de Resistencia, testeando distintos rubros del consumo. «Hay algunos que han caído menos, como Alimentos y Bebidas, por una cuestión lógica, aunque la inflación también los ha golpeado; y otros rubros con caídas de alrededor de 15% a 20%», indicó.
Precisamente en este punto es donde se centran las mayores preocupaciones del sector mercantil. «Es muy difícil trabajar en un contexto así. Venimos planteando esta situación a nivel nacional, ante quienes manejan la política económica de nuestro país, porque nos preocupa que la inflación se traduzca directamente en la caída del consumo y en tener una economía mucho más contraída», describió Bonzi, agregando a ese panorama otro factor como el cierre las importaciones, que recorta insumos para algunas actividades productivas.
Expectativas 2023
Al dar cuenta de las expectativas para 2023, lo central que expone el dirigente nuevamente es la inflación, y la necesidad de un descenso progresivo y sostenido, como lo transmiten en cada encuentro las autoridades de CAME al ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa y al secretario de Comercio, Matías Tombolini.
«Esperamos también que puedan bajar las tasas de interés para la financiación. Es todo parte del mismo problema, pero al bajar la inflación, es posible bajar las tasas y generar así más incentivos para que el sector privado pueda seguir invirtiendo», resaltó.
No olvidó el empresario, en ese panorama, que el 2023 será un año electoral y, por tanto «un año difícil en cuanto a la necesidad de consensos». «Es preciso tener, a nivel de nuestra clase política, un mismo rumbo para acordar un plan económico sin discusiones y que todos los sectores nos enfoquemos en poder salir de esta situación en la que estamos», cerró.
El análisis y las perspectivas de Alejandro Pegoraro
Positivo, preocupante y esperanzador
Para Alejandro Pegoraro, director de la Consultora Politikon Chaco -cuyos informes NORTE reflejó a lo largo de todo el año-, lo más positivo a nivel provincial y regional durante este 2022 fue la evolución del empleo: «El crecimiento de los puestos de trabajo del sector privado formal fue una constante durante todo el año y el Chaco fue protagonista a nivel regional e incluso nacional en varios de los meses del año. Pero, además, ampliando el análisis al Norte Grande, la región es líder en el crecimiento relativo de este indicador, con muy buenas performances catamarqueñas, riojanas, formoseñas y misioneras específicamente, además de la chaqueña. Hay algunos nubarrones en la región (Tucumán, por impacto negativo en el agro, y Corrientes en la construcción), pero en términos generales, la generación de empleo fue quizás la estrella del año».
«Sin embargo –marcó en un análisis exclusivo para estas páginas- en esta misma línea, uno de los puntos más flacos está vinculado al salario, que registra sistemáticas caídas reales en el sector privado formal (y aún más fuerte en el informal)».
Para el analista «la generación de empleo y el crecimiento de la actividad económica (sobre todo en los primeros seis meses del año) no tuvieron un efecto derrame en términos de mejoras salariales, las que se vieron obstaculizadas -sobre todo- por el crecimiento incontrolable de la inflación y por el enfriamiento de la economía de los últimos dos meses». «A partir de esto, se robustece el fenómeno de trabajadores pobres, y lo que alguna vez fue la salida de la pobreza (el empleo) hoy ya no está garantizada con esa movilidad ascendente», agregó.
Esta situación –continuó- se ve en el Chaco, que acumula una caída real del salario de 4% en el año, y también en las demás provincias de la región, en diferentes niveles, pero sosteniendo un comportamiento similar. En parte, esto explica la situación vinculada a la pobreza en el aglomerado chaqueño, además de la existencia de un muy alto volumen de trabajadores informales en situación de precarización y también los muy bajos niveles de actividad laboral, ya que el Gran Resistencia tiene una de las poblaciones económicamente activas más bajas de todo el país.
El frente fiscal
En su análisis, Pegoraro marcó como otro punto positivo para el Chaco durante este año al frente fiscal: las cuentas públicas están ordenadas en base a un fuerte incremento de los ingresos (buenos desempeños de la coparticipación federal y de la recaudación local), lo que compensó las caídas de las transferencias no automáticas nacionales producto, sobre todo, del fuerte ajuste massista de los últimos tres meses; mientras que el gasto tuvo expansiones pero algo más moderadas y, sobre todo, más distribuidas. Así, se llegó a un superávit financiero por más de $19 mil millones al tercer trimestre y el Chaco cerrará el 2022 sumando su tercer año consecutivo de superávit fiscal.
Según destaca, esta situación le permitirá a la provincia (y también, en cierto punto, la obligará) a acelerar algunos procesos vinculados al gasto, principalmente la recomposición salarial de los agentes públicos y mayor inversión pública con recursos propios (ya que la mayoría de esos recursos son de financiamiento nacional, hoy en etapa de recorte).
El Chaco acumula una caída real del salario de 4% en el año. En parte, esto explica la situación vinculada a la pobreza en este aglomerado, además de la existencia de un muy alto volumen de trabajadores informales.
El panorama del frente fiscal de cara al 2023 es positivo –resalta- porque, por un lado, hay un importante descenso del peso de la deuda pública (con caída real del stock y alivio en los servicios de intereses, sobre todo por reestructuraciones y refinanciaciones de los pasivos más importantes), que le permite a la provincia redistribuir recursos a otras áreas sensibles.
Sin embargo, advierte que el gobierno deberá tener la prudencia necesaria de priorizar el destino de los recursos ante el riesgo de una baja de la recaudación nacional y provincial (producto del enfriamiento de la economía), una suba de precios todavía en niveles muy altos y la eventual profundización del recorte de transferencias no automáticas, que seguramente se sostendrá durante la primera parte del 2023 y podrá ver cierta reactivación a medida que se aproxime el período electoral.
Señales no tan positivas
En términos de actividad económica en general, el Producto Bruto Geográfico (PBG) chaqueño creció sistemáticamente desde la salida de la etapa más dura de la pandemia, pero mostró un retroceso al segundo trimestre de este año, mientras que la actividad industrial también marcó descensos a septiembre. Esto permite avizorar unos meses próximos más sensibles y con necesidad de ajustar los desequilibrios macro que hoy traccionan a la baja el nivel de actividad.
De cara al 2023 –según su visión- se espera un primer trimestre con contracción de la actividad y con tendencias a la baja en el consumo y el salario, aunque en este último punto cobrarán vital importancia las paritarias. Además, sostiene que la cuestión inflacionaria seguirá ejerciendo fuerte presión sobre el poder adquisitivo y el consumo, y cumplir el objetivo del equipo económico nacional de sostener en 3% el alza mensual podrá tranquilizar la situación, pero no es garantía de recuperación.
Para Pegoraro, el gobierno del Chaco está en condiciones financieras de sostener programas expansivos del gasto para fomentar el consumo, la inversión y el salario, pero dependerá de la voluntad política la aplicación de medidas en esa línea. En el Norte Grande, en general, se observa una situación similar: las cuentas públicas están ordenadas y tienen margen de implementar políticas activas que, de mínima, sostengan el nivel de actividad.
Pero las provincias en general –advierte finalmente- tienen el obstáculo de la no resolución de los desequilibrios macro. «En este sentido, si no se aplica un plan de estabilización a nivel país para frenar el avance de la inflación, a partir de aplicación de medidas de tipo cambiarias, fiscales, monetarias y de corrección del problema de precios relativos, toda la actividad se verá amenazada pese a los intentos locales de recomposición, ya que las provincias no tienen herramientas fuertes para combatir esa situación», concluye.
De cara al 2023 se espera un primer trimestre con contracción de la actividad y con tendencias a la baja en el consumo y el salario.

Por Leticia Muñoz
Prosecretaria de Redacción.