«Escándalo sanitario en Formosa: Cardiólogo confirma tres muertes por fentanilo contaminado.

Formosa, 14 de agosto de 2025 — Tres muertes en Formosa, vinculadas a ampollas de fentanilo contaminadas, encendieron las alarmas en el sistema de salud. El doctor Alfredo Alejandro Romano, reconocido cardiólogo, confirmó en diálogo con Radio Uno que las víctimas fallecieron tras recibir dosis del potente anestésico, contaminado con bacterias, en el marco de una crisis nacional que ya suma más de 96 fallecidos en todo el país.
¿Qué pasó con el fentanilo?
El fentanilo es un analgésico y anestésico de uso hospitalario, hasta 50 veces más potente que la morfina, y esencial en cirugías, procedimientos invasivos y terapias intensivas. El problema no fue el fármaco en sí, sino su contaminación bacteriana durante la producción en un laboratorio específico. Esto provocó infecciones graves como meningitis y sepsis, incluso en pacientes jóvenes y sin factores de riesgo previos.
«Una catástrofe evitable»
Romano no dudó en calificar la situación como «una catástrofe en la medicina». «Estábamos todos totalmente shockeados», confesó, y advirtió que el fallo en los controles de calidad tuvo consecuencias fatales. «Las ampollas contaminadas causaron infecciones fulminantes que llevaron a la muerte a personas que, en teoría, estaban recibiendo un tratamiento seguro», explicó.
Medidas urgentes y alerta nacional
Tras detectarse el problema, todos los lotes sospechosos fueron retirados de los centros de salud y reemplazados por fentanilo de otras marcas. Sin embargo, el daño ya estaba hecho.
El especialista hizo un llamado urgente a: ✅ Reforzar los controles en la producción y distribución de medicamentos. ✅ Monitorear a pacientes y médicos para detectar síntomas como fiebre o signos de infección postcirugía.
¿Qué sigue?
- Investigación al laboratorio responsable para determinar cómo se produjo la contaminación.
- Mayor supervisión de la ANMAT y otros organismos reguladores.
- Capacitación y alerta en hospitales para prevenir nuevos casos.
La pregunta que queda es incómoda: ¿Cuántas vidas más se pondrán en riesgo si no se garantiza la seguridad de los medicamentos que se usan a diario en los hospitales?